POR esas caprichosas casualidades del destino, mi hijo Javier vino al mundo hace hoy exactamente 17 años. Bonita edad, pensará más de uno de ustedes con cierta sorna si ha tenido un adolescente en casa.
El mozo, que acaba de sobrepasarme en estatura, es un chico de su tiempo. De esos que cierran la puerta de su cuarto tras franquearla al llegar del instituto, de los que pueden pasar horas y horas delante...