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Marco Pérez, la revelación del toreo: “Llegué a dudar si había sido un sueño”

El becerrista salmantino se sincera en LA GACETA después de debutar en La Maestranza cortando un rabo

Miércoles, 26 de octubre 2022, 15:13

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¿Por dónde empezamos? Fue la primera pregunta que se me ocurrió: “Por donde tú quieras”, contestó con una tranquilidad pasmosa. Parecía que llevaba más entrevistas que paseíllos Morante esta temporada. El desparpajo y la claridad de ideas de cada respuesta fue abrumadora. En la visita a la redacción de LA GACETA Marco Pérez impactó a todos: “Es más niño aún de lo que parece”, fue la frase más repetida de los compañeros. Nadie le quitó ojo nada más entrar y él no dejó escapar ni un detalle.

El expediente académico está a la altura de sus rotundos triunfos en el ruedo, cursa 4º de la ESO en el Instituto de La Vaguada de la Palma y una de las pocas dudas que parece asomar en esa cabeza privilegiada es la de estudiar Medicina, Enfermería o Periodismo. Y con esta última opción sobre la mesa, en su primer paseíllo por la redacción, se interesó por todo. Rápido se percató por el nuevo diseño del periódico, por todas las noticias y las secciones.

En la hemeroteca descubrió los volúmenes de la colección más que centenaria historia de LA GACETA en papel. Se sorprendió por el primer periódico de agosto de 1920, centró la mirada en el triunfo histórico de uno de sus ídolos, la tarde en la que el maestro Capea, en su primera despedida de 1988, cortó un rabo en La Glorieta el día que le dio la alternativa a José Luis Ramos; y terminó viendo los últimos periódicos en los que él mismo ya ha sido protagonista. La historia del periódico parece estar destinado a seguir protagonizándola para llenar las páginas de triunfos que aún están por escribir tras una irrupción estelar que tiene revolucionado el toreo.

Es un caso realmente extraordinario. Llegó junto a su padre. Bastante más timido el padre que el hijo, al que parece no ponerle nervioso nada. Viste como un niño de su edad. Zapatillas deportivas con velcro abrochadas, pantalón vaquero en tono beige y una sudadera. Enjuto como un junco. Posa para la sesión de fotos de Almeida como si llevara toda la vida haciéndolo.

Tiene una educación impecable. Una de mis dudas, y también mis nervios, era saber qué me iba a encontrar. La entrevista a un niño, a un hombre o a un torero. Las despejó en un periquete. No solo el desparpajo, sino la fluidez del verbo, la autoridad de las respuestas y la manera de lidiar también las preguntas confirmaron lo que intuía. Es un prodigio en todos los sentidos encerrado aún en el cuerpo de un niño.

¿En algún momento llegaste soñar tanto?

—No, no lo esperaba. Uno sueña siempre que va a ocurrir algo bonito, te imaginas saliendo por la Puerta del Príncipe pero nunca había pensado en un triunfo tan rotundo y con tanta trascendencia.

¿Se llega a soñar con la Puerta del Príncipe?

—Sí, eso sí, muchas veces.

Y cuando se logra, ¿cómo se vive?

—Tienen que pasar unos días para ir asimilando lo ocurrido porque en el momento, con toda la adrenalina y las emociones no te da tiempo. O a pensar lo importante que ha llegado a ser. Como anécdota, después de la celebración del festival, te puedo contar que hubo una recepción en el hotel por parte de la Hermandad del Gran Poder en la que nos entregaron un recuerdo a todos los toreros que actuamos. Hubo un momento, de los únicos en esa noche que me quedé solo, y pensé: ¿Y si esto ha sido un sueño? No me quería despertar, me iba a poner a llorar por desilusión. Había sido todo tan perfecto, mágico... por suerte fue verdad.

¿Eres consciente del revuelo que has formado?

—Al principio no tanto, pero luego según han ido pasando los días y he ido apareciendo en los medios como LA GACETA, Tele 5... ya sí me he dado cuenta del alcance de este éxito.

¿Qué se siente al ver La Maestranza totalmente rendida a tus pies?

—No se puede describir con palabras. Hay que sentirlo. En ese momento no eres consciente. Antes del festival estaba nervioso, porque me habían dicho que se había colgado el ‘No hay billetes’ y claro ver La Maestranza, plaza de primera, con tanta categoría, con aficionados tan buenos... es una responsabilidad, sin embargo cuando la pisé me sucedió todo lo contrario, encontré una plaza super acogedora, la gente rápido me apoyó y todo fue precioso...

Y además de Sevilla, media Salamanca que estaba allí y viajó a tu reclamo para verte torear...

—Sí, sabía la expectación que había despertado y hubo mucha gente de Salamanca, mucha gente de Ciudad Rodrigo y de San Esteban de la Sierra, que son los pueblos de mis padres.

Ante un reto así, ¿qué puede más, la ilusión o la presión de un escenario así con tantas figuras?

—La presión y la responsabilidad siempre la llevas ahí porque es lógico. Cuando algo te importa y quieres dar lo máximo siempre aparece la responsabilidad y los nervios, pero prima la ilusión y las ganas de disfrutar un día tan bonito.

Con 15 años recién cumplidos, y protagonista de un hecho histórico, ¿Cómo le explicas a los compañeros de clase la que has liado?

—Hoy con todos los medios y las plataformas digitales, mis compañeros se enteraron muy rápido. Pero como realmente no están muy vinculados al mundo de los toros tampoco saben la importancia de lo que supone cortar un rabo en La Maestranza. A mí en clase me gusta explicarles el toreo, las fases de la lidia, la categoría de las plazas y poco a poco irlos introduciendo... De hecho, a esta última tarde de Arenas de San Pedro, varios compañeros se había apuntado al viaje para ir a verme torear por primera vez, pero se suspendió.

¿Y qué respuesta encuentras cuando explicas todas esas cosas?

—Se muestran interesados y me apoyan antes de torear. Me desean suerte y me dan su cariño.

Y luego cuando te ven en el periódico, en la tele, en internet... imagino que todo eso será mucho más importante aún que ser el delegado.

—(Risas con timidez) Sí, pero a mí en clase me gusta ser uno más. Cuando entro en la plaza sí me transformo, pero cuando estoy fuera soy un niño más que va a su clase y juega con sus amigos.

¿Conoces todo el ocio que tienen los niños de tu edad mientras tu toreas?

—Sí, no puedo salir tanto como ellos, por el centro, concierto o partidos, pero si te organizas bien hay tiempo. No tanto como ellos, pero sí.

Entrenas, estudias, toreas... y el poco tiempo que te queda, ¿a qué te gusta dedicarlo?

—Estar con mi familia, con los amigos... Me gustan muchos deportes, como el fútbol, el pádel, ir de caza...

Un torero también tiene que sacar tiempo para estudiar...

—¡Claro! Lo principal ahora son los estudios, tengo claro que tengo que sacar una carrera. (No lo dice, pero su último expediente en 3º de la ESO del curso pasado fue intachable: todo sobresalientes y un notable. Notas de Puerta del Príncipe...). “De momento va la cosa bastante bien, me gusta estudiar”, apostilla. Ahora está en 4º de la ESO en el instituto de La Vaguada de la Palma.

¿Qué es lo más duro que descubriste en el toreo?

—Duro, duro como tal, nada, porque si lo afrontas con ganas y positividad se hace ameno. Es un mundo en el que hay que estar para disfrutar cada momento. Aunque es sacrificado al entrenar, ir a los tentaderos y ser responsable en esas cosas.

¿Recuerdas el día que le dijiste a tus padres que querías ser torero?

—Fue el llegar del Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo, vi un festival y las emociones sentidas, el ambiente... Es una feria en la que todos los días se llena la plaza, ver al toro, al torero en esa armonía me impactó mucho... (Tenía 6 años).

¿Por qué quieres ser torero?

—Porque amo el mundo del toro y porque cuando toreo me siento libre y creo que es una forma de expresar mis sentimientos a la vez que soy capaz de transmitírselo a la gente. Es lo que me llena.

Eso es lo más bonito, pero luego tiene el riesgo, la dureza... (una becerra le partió una mandíbula hace un par de años, estuvo diez días ingresado) ¿Eso cómo lo superas?

—En el momento cuesta y sufres, pero a la larga me siento orgulloso.

No te voy a contar lo duro que resulta ni lo que se juegan los toreros, ni las muertes de Fandiño o Víctor Barrio que has vivido, porque también lo tienes en casa y sabes el duro peaje que tuvo que pagar tu padre. (Es hijo de Vicente Pérez, un exquisito torero mirobrigense, que terminó haciéndose banderillero y en el festival en homenaje a Julio Robles que se celebró en La Glorieta, abril de 1992, un novillo le pegó una cornada al intentar entrar en un burladero que le obligó a retirarse) ¿Eso lo llegas a pensar también?

—Se tiene en cuenta pero se piensa poco. El riesgo siempre está ahí. Cuando te pones delante de un toro es lo último que piensas.

Pero sabes que eso también llega, el dolor y la cornada...

—Sí, claro. Y en parte también es lo que le da el mérito a los toreros. Hay veces que la gente se piensa que puede llegar a ser fácil y no hay peligro, pero cuando alguien sufre una cornada es lo que hace ver al público que el riesgo está ahí y es una profesión muy peligrosa. Y es lo que hace desatar tantas emociones. Y le da valor.

Y aun sabiendo lo que te juegas, ¿merece la pena?

—Merece la pena.

¿Qué piensa un niño con 15 años cuando todas las figuras quieren torear contigo o, es más, sueñan con torear como tú? ¿Cómo se asimila?

—Me siento principalmente muy agradecido a todos los maestros porque me considero un privilegiado porque además de torear en festivales me han abierto las puertas de sus casas para compartir tentaderos. Me dan consejos muy valiosos; y son referentes a los que me quiero parecer. Es lo que me motiva para esforzarme más.

¿Te gustaría torear como quién?

—Me gusta el toreo de sentimiento, de poner mucha pasión a lo que hago y torear muy para tí.

¿Con qué eres bueno de verdad?

—No sabría decirte...

¿Qué es lo que más te cuesta?

—La suerte de matar. Por eso lo dedico mucho tiempo a ver muchos íideos de maestros que matan muy bien, intentar ver su técnica y los distintos movimiento y su coordinación y mucha tora.

¿Qué sientes cuando oyes eso de que Marco Pérez es un niño prodigio?

—Alegría y motivación, pero soy consciente de que esta es una profesión muy larga y en la que todos los días se aprende algo. Me falta todo por delante. No he hecho más que comenzar.

¿Sabes que ha habido otros niños prodigio que luego se han quedado por el camino...?

—Por eso hay que trabajar día a día. Corregir los errores y tener los pies en la tierra. No he logrado nada de lo mucho que espero que llegue.

¿Qué es lo que más te ha impresionado en este tiempo? En este poco tiempo que llevas pero en el que a la vez has vivido ya tantas cosas.

—La cercanía de las figuras y su grandeza, no solo como toreros sino como personas, que es más importante. Y sentir que lo que estás haciendo en el ruedo llega y emociona al público.

Perú, Ecuador, Colombia, México, ahora Venezuela... ¿No da vértigo tanto?

—En parte sí, y en parte no. Lo más importante es fijarse en el próximo compromiso sin pensar en lo que vendrá después. Hay que ir día a día.

La exigencia será cada día más, ¿te asusta?

—Me motiva. Es bonito que te exijan, significa que la gente sabe lo que puedes dar de sí.

¿Y cómo vive tanto ataque a la Fiesta?

—Soy consciente de que está sufriendo mucho por los que están en contra, políticos y antitaurinos, pero a la vez se está generando más afición. Es importante que surjan toreros jóvenes que puedan incentivar los nuevos aficionados. Yo, por ejemplo, en mi instituto, lo estoy comprobando.

¿Le ves futuro al toreo?

—Sí, mucho. Sin duda.

¿Va a ser Marco Pérez el torero que vuelva a llenar las plazas?

—Si Dios quiere. Pero tienen que surgir nuevos toreros para que pueda rivalizar que es lo bonito para sacar lo mejor de tí, eso te lleva a hacer cosas que ni uno mismo cree que puede hacer.

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