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Héctor Saavedra llegó a Salamanca en busca de dos cosas, trabajo y tranquilidad, y puede presumir de haber logrado ambas.
Colombiano de nacimiento, eligió la capital del Tormes para empezar una nueva vida junto a su mujer. «Salamanca es una ciudad de tamaño intermedio, a la que se puede ir caminando a cualquier parte, con un buen transporte, tranquila...», enumera cuándo se le pregunta por las razones que en su día le llevaron hasta aquí.
También el trabajo, y más concretamente la hostelería, fue otro de los grandes motivos que hicieron que la balanza se inclinara por la capital charra. Eso y las ganas de emprender. «Primero empezamos con un bar en el parque de Garrido y luego decidimos crecer y abrir un restaurante, que es donde seguimos trabajando en la actualidad», cuenta.
De hecho, su local se ha convertido en un «punto de encuentro» no solo para los colombianos que viven en Salamanca, sino para toda la comunidad latinoamericana en general, que acuden a su restaurante a disfrutar de la comida típica de su país.
Igual que le ocurrió a Héctor, también muchos de sus compatriotas han visto en estos últimos años una oportunidad en Salamanca para encontrar trabajo y poder disfrutar de una vida familiar tranquila. «Vivimos en una ciudad muy acogedora, donde no cuesta trabajo adaptarse y eso, al final, es lo que buscamos todos», reconoce.
También la comunidad de peruanos es una de las más numerosas en Salamanca, aunque hace tres años no era así. Y precisamente el hecho de que en la capital charra hubiera pocos compatriotas fue lo que en su día animó a Fiorelli Moncada a apostar por esta ciudad para abrir también un restaurante. «Nosotros vivíamos en Madrid donde la comunidad de peruanos, y en general de latinoamericanos, es muy grande y por lo tanto hay mucha competencia. Buscábamos una ciudad más pequeña, donde pudiéramos emprender, y que además fuera tranquila».
Cuenta que la suerte quiso que un amiga le animara a conocer Salamanca, una ciudad «manejable» y con una vida muy diferente a la de una gran capital. «Vinimos, dimos un paseo, y vimos que no había ningún restaurante peruano, así que decidimos montar el nuestro».
De Salamanca destaca lo «fácil» que es vivir aquí. «Tiene lo bueno de una ciudad pequeña, pero también los servicios de cualquier ciudad grande, aunque sin tener que llevar una vida tan loca y ajetreada». Dos cualidades que, cree, están animando a muchos latinoamericanos a venir. «Hace tres años había pocos pero ahora hay una gran cantidad de peruanos, venezolanos, colombianos... y creo que es por la tranquilidad que hay aquí y porque esta ciudad ofrece posibilidades para crecer».
Junto a su socio Manuel Corrales, peruano como ella, asegura haberse sentido acogida desde el primer día, aunque en todo este tiempo también le ha tocado enfrentarse a problemas. «Lo más complicado para nosotros cuando llegamos a Salamanca fue encontrar productos que son típicos de la gastronomía peruana y que aquí costaba mucho localizar al no haber tanta población latinoamericana. Ahora, afortunadamente, ya es más sencillo conseguir yuca, boniato, ajís peruanos, o refrescos y bebidas, que son típicos de mi país, y que en Madrid encontraba más fácilmente».
Fiorelli explica que cuando la mayoría de sus compatriotas sale de su país en busca de una nueva vida lo que quiere es encontrar una ciudad que ofrezca «un conjunto de posibilidades» y eso fue lo que encontró en la capital charra. «Lo que miramos es que sea un sitio en el que podamos crecer y superarnos y aquí incluso tenemos una de las universidades más importantes de toda Europa», concluye.
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