El método tradicional para mantener el agua fría y hacer frente al calor

Esta forma de mantener el agua fresca no parece ser elegida por el suficiente número de personas como para que los negocios que se dedican a su fabricación sobrevivan. En Salamanca, uno de las pocas empresas que mantiene su producción es la de los Hermanos Hernández, en Cespedosa de Tormes.

Vicenta Hernández, una de las propietarias, y su marido José Francisco Fernández detectan en los últimos años un aumento en la compra de estas piezas pero, lejos de ser por una inclinación positiva a utilizar esta forma de mantener el agua fresca, indican que se debe a la desaparición de la “competencia”. “Somos como los dinosaurios. En Cespedosa, por ejemplo, no hay relevo generacional para los torneros que hacen las piezas clásicas”, indica Vicenta. Además, José señala que la llegada de la crisis debida a la covid tampoco ha favorecido al sector: “A raíz de la pandemia, muchos negocios cerraron”.

Tal es la poca utilización de los botijos tradicionales que el negocio de los Hernández se ha reinventado. “Antes solo se vendían botijos y piezas para agua, pero hemos tenido que incorporar piezas blancas, muñecas de adorno o productos para asar”, subraya José. De este modo, el taller también ofrece botijos para colección. Algunos de ellos suponen un trabajo anual, como es el caso del botijo del ‘calvario’, como destaca Vicenta.

Algo que aclara Vicenta es la ilusión por parte de la sociedad, especialmente del sector más joven, que hace creer que metiendo el agua en el botijo va a hacer que se ponga fría. “Los botijos preparados para el agua son porosos y, lo que hacen es mantener el agua fresca. Esto hace que no se beba a temperatura ambiente, como un caldo, pero que tampoco sea fría que dañe la garganta”.