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Jueves, 18 de febrero 2021, 21:36
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Hace 70 años había en Alba de Tormes 12 obradores de alfarería en los que trabajaban un total de 40 personas. Hoy por hoy, la villa ducal sólo cuenta con dos alfares de donde salen las únicas piezas albenses contemporáneas. Sin embargo, a lo largo de los años han existido en Alba grandes alfareros que han dejado su legado y parte de esa herencia ha pasado a formar parte de la colección privada de Luciano Hernández.
Tras ceder al Ayuntamiento las 556 piezas que atesora para exponerlas temporalmente en la Basílica, este fervoroso coleccionista ha decidido ir más allá y donarlas al municipio para ayudar en la salvaguarda de este noble arte tan famoso en otro tiempo en la villa, de hecho, de toda la colección, 255 piezas han sido elaboradas por las manos de los alfareros albenses.
Esta noticia ha sido muy bien recibida por el Consistorio que se encuentra inmerso en la ‘batalla’ para lograr la declaración de Bien de Interés Cultural para la filigrana albense, un tipo de meticulosa alfarería que se materializa en complejas y brillantes piezas.
“Tras la aprobación por unanimidad de todos los grupos políticos de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento, hoy ha quedado firmada la donación de la colección completa de Luciano Hernández Ramos. Estas piezas pasan a formar parte de los fondos del Museo de Alfarería para ser mostradas para fomento de la cultura. Se trata de una excelente noticia en la apuesta para que la alfarería sea seña de identidad de Alba de Tormes”, notificaron desde la Alcaldía.
Un gran regalo para el municipio que con esta donación quedará si cabe más ligado a la historia de este oficio que se desarrolló en diferentes municipios de Salamanca. Aunque ahora sólo queden activos los alfares de Alba y de Cespedosa de Tormes también este arte fue destacado en localidades como Barruecopardo, Cantalapiedra, Ciudad Rodrigo, El Bodón, Fresno Alhándiga, Fuenteguinaldo, Horcajo Medianero, Peralejos de Abajo, Tamames, Villar de Peralonso, Villavieja de Yeltes y Vitigudino.
La gran colección que ya es patrimonio albense cuenta con todo tipo de piezas como utensilios de cocina, cacharros para el fuego, para alimentos y para usos diversos, así como piezas meramente decorativas. Desde la elaboración de un cántaro simple hasta el más sofisticado arte que se materializa en los complejos botijos de filigrana y desde objetos tan habituales como ollas y cuencos, hasta cantimploras y orinales.
Desde ahora, la conexión de Alba de Tormes con la alfarería es todavía más indiscutible, ya que cuenta con medio millar de nuevas piezas que así lo atestiguan y que hacen de la villa ducal el lugar idóneo para conocer todos los entresijos de un arte que, al borde de la extinción, intenta buscar una salida.
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