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A veces hay gente que vive un hecho impactante y después describe que ha visto pasar toda su vida en unos segundos. Pues eso es lo que le sucedió al Salamanca, que en la tarde de ayer pasó por todos los estados de ánimo que le caracterizan y que le persiguen. La ilusión que es capaz de generar, los problemas de organización que le atormentan, las desdichas que se le se le acumulan, cruzadas arbitrales, los momentos de épica que viven y la desilusión por bandera. Todo se vivió ayer en el Helmántico en una tarde de locos. De las que no se olvidan.
Antes de empezar, el Salamanca ya había metido varios goles con un recibimiento espectacular al autobús y una entrada cercana a los 15.000 espectadores. El ambiente era el de las grandes citas. También se percibió que con tanta gente acudiendo al campo los problemas en los accesos serían una realidad. Y este temor se cumplió con mucha afición con problemas para acceder a preferencia con el partido ya empezado.
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El Salamanca lo tenía todo de cara, pero también en el otro lado del ring había un rival de mucho nivel, que ya había demostrado en la ida de lo que era capaz. Los de Chiapas salieron con el cuchillo entre los dientes y 15.000 escoltas empujando hacia la portería del meta del Sant Andreu Jaime, que con una mano prodigiosa salva el primero del Salamanca con un disparo de Marco Tulio. La salida en tromba del Salamanca se cortó de raíz con un gol visitante. En un saque de esquina el espigado Genís Blasco marca y enmudece al Helmántico. Esta posibilidad existía, pero sigan leyendo que aparecen muchas variantes que nadie tenía en mente.
El Sant Andreu daba muestras de equipo que iba a saber sufrir e incluso ofrecer mucha batalla. Prueba de ello es que renglón seguido Mochito se saca un misil tierra-aire que impacta en la madera de la portería de Jon Villanueva. Ese 0-2 hubiera sido letal.
La tarde tenía en el menú muchas emociones fuertes, pero el Salamanca siempre necesita más y que se rice el rizo bien rizado. Un tormentón de verano en forma de granizo cae y obliga a parar el encuentro 10 minutos. Era el minuto 28 el colegiado manda a los dos equipos a vestuarios a esperar a que escampe.
Cuando cesaron las hostilidades procedentes de las nubes, se reanudó un choque que era totalmente nuevo. El Sant Andreu ganaba 0-1, pero ya no se jugaba sobre césped natural sino en una piscina de waterpolo. Se intentó jugar hasta el descanso, pero fue tirar el tiempo, algo que beneficiaba al cuadro catalán y penalizaba a los de Chiapas.
El descanso más largo de la historia (más de una hora) dejó el campo más o menos salvable menos una esquina en fondo norte que siempre se inunda en cuanto hay precipitaciones. Tras un surrealista episodio con valientes aficionados achicando agua, se jugó la segunda mitad.
El Salamanca salía a por la remontada, pero lo hacía con más corazón que cabeza, aunque fue con una testa con la que consiguió el empate. Javi Navas en el 65 aprovechaba un centro al área para de cabeza apretar el botón de éxtasis en un Helmántico que se veía abajo. Era el guion épico del Salamanca. Solo este club puede ascender después de tener que limpiar sus aficionados el agua del césped.
Las desdichas no habían acabado cuando en el 70 una jugada en el área del Salamanca se pone del lado catalán con un frenazo insospechado por el balón por el agua provocó que el Sant Andreu hiciera el 1-2. Cruel, muy cruel. En uno de los últimos compases Javi Navas tuvo el 2-2, pero falló cuando ya lo había hecho todo bien. Se escapaba el ascenso y más todavía cuando Franco metía uno de los últimos balones en el área y una mano clara evitaba la remontada. El colegiado decidió que el Salamanca siguiera en el pozo de Tercera Federación .
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