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Una ventana junto a la puerta precintada del bloque de la calle Linares donde permaneció encerrada la víctima.
La víctima de la 'casa de los horrores': «Hace un mes que salí del infierno, gracias Dios mío por cuidarme»

La víctima de la 'casa de los horrores': «Hace un mes que salí del infierno, gracias Dios mío por cuidarme»

La joven cuenta a LAGACETA que ha tenido que cambiar de barrio y que no ha vuelto a dormir en una cama: «Me ahogo»

Martes, 10 de septiembre 2024, 16:01

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«Hace un mes que salí del infierno, gracias Dios mío por cuidarme y darme la oportunidad de vivir». Estas son las palabras que publica en su historia de Wasap la víctima de la 'casa de los horrores', la joven de 19 años que fue rescatada por la Policía tras vivir el mayor de los calvarios, la mayor de las torturas: más de un mes atada de pies y manos, sometida a múltiples agresiones físicas y sexuales y obligada incluso a hacer sus necesidades en un cubo en su habitación. Un mes después, la víctima habla con LA GACETA de su estado, de su dolor, de sus traumas, de su intento por salir adelante y por rehacer una vida que hoy por hoy parece estar rota.

Un mes en el que ha dejado atrás el barrio del Carmen, por el que asegura: «No puedo ni pasar por allí porque caigo mala». Ahora ella, su madre y su padre viven en casa de sus abuelos, aunque solo con él porque su abuela murió el mismo día que ella fue rescatada, lamenta.

Desde entonces, asegura, no ha conseguido entrar en un dormitorio, ni mucho menos acercarse a una cama: «No puedo entrar en una habitación, no puedo ver un somier de tablas, no me echo en una cama... me ahogo, siento que me va a venir y me va a atar... así que me echo en el sillón».

Ahora, justo un mes después del rescate señala: «Me dolía el pecho hace un rato cuando sabía que era la hora, los minutos, ahogada me sentía... pero bueno, me siento bien porque sé que estoy fuera, poco a poco... tengo ratos buenos, pero me pongo mal porque me acuerdo...».

Asegura que a día de hoy se siente bien porque está fuera, pero el recuerdo de lo que vivió y de que el mismo día de su 'liberación' murió su abuela, la entristece: «Es un revuelto de sensaciones impresionantes, lo que me ha hecho no tiene palabras, me he quedado traumatizada, no puedo dormir por las noches porque siento que estoy atada, siento las heridas, no consigo conciliar el sueño... Muy mal todo», añade.

En la actualidad toma dos ansiolíticos al día que le recetaron, explica, porque le daban ataques de ansiedad. Señala que cada día se va acordando de más cosas porque los primeros días «estaba en shock», pero de lo que más se acuerda del tiempo que permaneció en cautiverio es de esa habitación y de esa cama, lo que la obliga desde entonces a dormir en un sillón: «He intentado dormir un par de veces en la cama, pero no puedo porque me levanto fatal», manifiesta.

Espera poder retomar su vida pronto, porque es joven, muy joven. Para ello se ha apuntado en un cursillo para trabajar, aunque solo sea para irse relacionando y distraerse.

Respecto al contacto con su círculo próximo, fuera de su familia, dice que poco a poco va saliendo de nuevo con las amigas, fundamentalmente las ve en la iglesia -ella es muy creyente- después a veces quedan un rato en el parque, aunque no niega que todavía «le cuesta».

«Le doy gracias a la Policía y a Dios porque cuando estaba allí metida, lo único que me dejaba hacer era orar. Bueno, él no lo sabía pero yo rezaba en mi mente, es lo que hacía, pedirle a Dios que me sacara de ahí, porque eso era un infierno», concluye.

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