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Planear las vacaciones no suele ser tarea fácil. Buscar un destino adecuado, el mejor alojamiento con relación calidad-precio, o el medio de transporte con el que llegar al destino, puede convertirse en una auténtica odisea. Pues bien, para las familias que además cuentan con ... una mascota entre sus miembros, la dificultad se multiplica.
A pesar de que en las últimas semanas la compañía de trenes nacional ha anunciado una ampliación de los viajes que permiten a los pasajeros ir acompañados por sus perros, "las limitaciones siguen superando la facilidad". Igualmente, viajar en autobús con mascotas cuenta con dificultades que lo hacen prácticamente imposible, pues la mayoría de compañías establecen un límite de peso que suele ser de 10 kg y solo acepta un perro por trayecto. De este modo lo cuentan Mara Carretero, dueña de una husky de cuatro meses, y María Serrano, propietaria de dos teckel, que optan por viajar siempre que pueden en coche.
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Eva F. Illera
"He viajado a Francia y recorrí Portugal entero, pero fui en coche, los transportes no son nada pet friendly", cuenta Mara. Entre las limitaciones que encuentra la joven, que ha tenido ya varios perros anteriormente de la misma raza, está el tamaño de sus mascotas. "En tren te dejan llevar perros, pero que no superen 10 kilos y con los míos era imposible. Esta tiene cuatro meses y ya pesa 12 kilos", detalla.
Por su parte, María encuentra como limitación la cantidad de mascotas permitidas: tiene dos perros y solo se permite uno por pasajero.
Eso en cuanto al tren, pero cuando se trata de coger un billete de autobús encuentran el lastre de las condiciones en las que viajan las mascotas. Además de que normalmente solo se permite un perro por trayecto, los animales viajan en el maletero "sin vigilancia". "Conozco el caso de una chica de Segovia que viajó con su perra y cuando llegaron, salió corriendo del maletero asustada", narra María, que evita que sus perros pasen por eso.
La dificultad no se reduce en los viajes aéreos. En algunas compañías low cost no aceptan siquiera perros, otras solo aceptan perros en cabina con la norma de que no pueden superar los 8kg de peso incluyendo el transportín y en otras deben viajar en cabina, lo cual tampoco convence a Mara. "Yo no metería a mis perros en bodega, es como si fuese una maleta. No puedes ver cómo están", comenta a la vez que añade que no lo haría "a no ser que fuese estrictamente necesario".
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Una vez en las ciudades, también es complicado usar el transporte público para ir desde un lugar a otro. De hecho, Mara solo recuerda una ciudad donde haya podido moverse libremente con sus perros en el tranvía: Vitoria.
Los dos medios para viajar que María destaca son el ferry y los viajes compartidos en Blablacar, aunque este último no llega a ser transporte público.
Según cuenta, el año pasado ya viajó con sus dos pequeños teckel en ferry, donde por 15 euros adicionales pudo compartir con ellos camarote y, además, les recibieron con un kit de bienvenida.
Tras comentar todos los lastres que enfrentan para poder usar transportes públicos, ambas llegan a la conclusión de que la mejor opción siempre es viajar en coche, donde pueden, además, respetar ritmos y parar para descansar para que tanto ellas como sus perros disfruten del trayecto.
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