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Jesús Ángel Delgado González, dueño de Discos Fetén. FOTOS: E. M. / VÍDEO: MANUELA MATEOS

El negocio exclusivo en la ciudad que regresa al pasado: «Ha habido gente que ha terminado bailando aquí»

Jesús Ángel Delgado González nos abre las puertas de su tienda, que resiste al paso del tiempo reivindicando el poder emocional de la 'música analógica'

Elena Martín

Salamanca

Domingo, 18 de mayo 2025, 09:49

En pleno corazón histórico de Salamanca, entre las piedras que han visto pasar siglos y las calles que aún guardan la memoria universitaria, late un pequeño refugio para el alma musical: Discos Fetén. No es solo una tienda; es un santuario donde el tiempo parece detenerse y donde la música recupera su alma más pura y verdadera, en formato vinilo.

Jesús Ángel Delgado González, su dueño y guardián, es un apasionado que ha sabido crear un espacio donde la nostalgia y la modernidad conviven en perfecta armonía. Hace casi una década, cuando parecía que la era digital había sepultado para siempre los viejos formatos, Jesús decidió apostar por la esencia, por lo tangible, por el latido de un vinilo girando bajo la aguja.

Algunos de los vinilos que Jesús Ángel tiene en su tienda.

«Discos Fetén nació hace unos siete u ocho años, aunque no recuerdo la fecha exacta. Hemos pasado ya por tres locales, siempre en esta misma zona, porque aquí la vida musical de Salamanca se siente con más fuerza, y estamos muy contentos de estar en esta calle, Libreros, que es un cruce de caminos para tanta gente que visita la ciudad«, asegura para LA GACETA con una sonrisa.

Pero Jesús no abrió esta tienda solo para vender discos. Abrió una ventana al pasado y un puente para conectar generaciones. «Quería crear un lugar que fuera mucho más que una tienda; un espacio donde la gente pudiera experimentar la música de una manera diferente, tocando la carátula, poniendo el disco en el tocadiscos, sintiendo la aguja deslizarse y el vinilo girar. Eso no lo da una lista de reproducción en Spotify, ni el mejor sonido digital«, añade.

Y es que, hace unos 10 años, los coleccionistas de vinilos eran un grupo reducido; casi un club secreto. «A día de hoy, todavía sobrevive un sector fiel que colecciona discos por amor a la música y a la cultura que lleva detrás. Esto contrasta con los chavales de 14 o 15 años que han nacido con un móvil en la mano y que nunca han conocido un formato físico. Para ellos, descubrir un vinilo es algo casi mágico«, asegura.

Y esa magia es lo que hace único al local de Discos Fetén. Después de casi una década tras su mostrador, Jesús recuerda con ternura el que fue el primer día de apertura: «Fue un caos bonito. No tenía experiencia en comercio. Estaba colocando discos mientras la gente entraba a comprar. El primer vinilo lo vendí el día antes de abrir. Fue un clásico. Creo que de Los Beatles. Fue humilde, improvisado, pero lleno de ilusión«.

Precisamente, el amor por lo clásico es la columna vertebral del catálogo de ventas de la tienda que le ha visto crecer a nivel personal y profesional. «Los Beatles, Pink Floyd... Los grandes del rock son los que más se venden. Pero también me gusta apostar por discos que me emocionan a mí, que creo que merecen la pena, que son pequeños tesoros escondidos... Busco que la gente no solo compre música, sino que descubra, que viaje con cada disco», recalca.

Lo más conmovedor de Discos Fetén es la diversidad del público que visita la tienda. «Aquí viene gente de todo tipo: desde jubilados que recuperan sus viejos tocadiscos para revivir su juventud, jóvenes que empiezan a amar la música física y hasta niños de 6 o 7 años, acompañados por sus padres que les han transmitido esta pasión. Ver a esos niños descubrir un vinilo es algo que me llena de emoción. La música es un lenguaje universal que une generaciones«, reconoce.

Entre las piezas más codiciadas, Jesús destaca con orgullo la primera edición del disco de Extremoduro, una joya que vendió hace poco y que simboliza el valor que tiene la tienda para coleccionistas y amantes de la música auténtica.

'Navegar' contra viento y marea pese a la caída del formato físico ha sido difícil, pero muy gratificante. Es la conclusión que se puede sacar entre líneas de la historia que ha vivido y que sigue viviendo Jesús en su local. «Recuerdo bien cómo Salamanca perdió muchas tiendas de discos en los 90 y 2000. La música digital parecía haber matado al vinilo, pero aquí estamos. Seguimos demostrando que el amor por lo tangible sigue vivo», comenta.

De esta forma, se puede decir que Discos Fetén no es solo un lugar para comprar música. Es un punto de encuentro donde los músicos se conocen, intercambian contactos, forman nuevas bandas y donde la cultura musical sigue creciendo. «Hay días en los que llegan chicos con instrumentos, se encuentran aquí, empiezan proyectos... La música sigue viva. Aquí se respira música«, asegura Jesús, añadiendo que no solo vende discos, sino que regala experiencias, revive memorias y crea comunidad.

En un mundo acelerado, Discos Fetén invita a detenerse, a escuchar con calma, a tocar el pasado para vivir mejor el presente... Porque un vinilo no es solo un objeto. Es un latido, una historia y un abrazo sonoro que atraviesa el tiempo.

En la calle Libreros, la música nunca deja de sonar y, gracias a Discos Fetén, el vinilo sigue contando sus historias.

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