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Colocando un transmisor a un águila perdicera. FOTO: ISIDORO CARBONELL
De Salamanca a África. Tecnología tras el rastro animal

De Salamanca a África. Tecnología tras el rastro animal

Proteger la fauna conociendo sus movimientos y previniendo riesgos es uno de los fines de los marcajes y sistemas de seguimiento de animales. La incorporación de los rastreos por satélite ha abierto en Salamanca nuevos y apasionantes campos de conocimiento de la fauna de nuestro entorno.

Martes, 15 de junio 2021, 21:44

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Un charrán ártico que no era aún capaz de volar fue anillado en verano de 1982 en las islas Farne, frente a la costa este de Gran Bretaña. Aquel otoño, la identificación que portaba aquel ave capturada en Melbourne (Australia) era la prueba de un viaje asombroso: el charrán británico había completado un increíble viaje de más de 22.000 kilómetros en apenas tres meses. El marcaje de los animales, al que hoy se ha incorporado de lleno la tecnología, permite desde hace décadas conocer cada vez más datos sobre los comportamientos de los animales, como sus lugares de cría e invernación, sus rutas de migración o su esperanza de vida, entre otros.

Con las aves se emprendieron en su día las primeras experiencias de anillamiento y marcaje y hoy siguen siendo protagonistas de la mayoría de los proyectos y actividades que desarrollan tanto la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León como SEO Birdlife y otros colectivos nacionales o internacionales que trabajan en proyectos europeos. En Salamanca, especies protegidas como la cigüeña negra, el buitre negro, el alimoche o el águila perdicera suponen el principal objetivo de seguimiento, control y estudio. Pero hay mucho más.

Registro de los viajes de “Batuecas” desde las Arribes a Senegal y Mali.
Registro de los viajes de “Batuecas” desde las Arribes a Senegal y Mali.

Salamanca acoge la mayor población reproductora de España de milanos reales. Esta especie en peligro de extinción en el conjunto de España tiene en Salamanca su principal residencia, ya que acoge a cerca de 600 parejas, equivalente al 20% de la totalidad del país. A estos milanos “residentes” hay que añadir la gran cantidad de milanos reales procedentes del centro y norte de Europa que eligen cada año la provincia de Salamanca para invernar. Se calcula en cerca de 5.000 los individuos que visitan en esta época del año, un 10% de los milanos que llegan del Norte hasta el interior peninsular de Castilla y León y Extremadura. “En Salamanca vemos cada invierno milanos reales con placas alares y un código. Por eso sabemos que son milanos alemanes”. explican desde el Servicio Territorial de Medio Ambiente de Salamanca. Ante la recogida o detección de un ave con anilla identificatoria o marcas en las alas, ya sea una placa o una decoloración del plumaje, se activan los contactos entre las instituciones y colectivos para identificar al ejemplar. Compartir esta información permitirá registrar los movimientos y el área de distribución de la especie y, de alguna manera, ampliar el conocimiento sobre sus comportamientos.

La identificación de milanos que invernan en Salamanca permite conocer que llegan de Alemania

La incorporación en los años 80 y 90 de los transmisores al seguimiento de la fauna supuso un gran salto para la obtención de más información y mucho más precisa. Se colocaban a las aves con un arnés -en los mamíferos era un collar- y en Salamanca se utilizaron para el proyecto LIFE “Conservación del águila perdicera (Hieraetus fasciatus) y la cigüeña negra (Ciconia nigra) en la ZEPA de Arribes del Duero”.

Desde la llegada de los seguimientos por satélite y del GPS, los investigadores pueden registrar los grandes movimientos migratorios europeos y transaharianos. El seguimiento de los vuelos de una especie tan vigilada en Salamanca como la cigüeña negra ha reportado muchos detalles a los investigadores de la naturaleza. “La cigüeña negra permanece aquí de mayo a septiembre y el resto del año lo pasa en África. La población salmantina tiene muy relevante a nivel nacional y europeo” afirman los responsables del Servicio Teritorial de Medio Ambiente.

Ejemplares como “Espartero”, una cigüeña negra recogida en 2005 en Espeja, se convirtió junto a su “prima” abulense Esperanza en las primeras cigüeñas negras adultas marcadas con emisores por satélite PPT en España. Ambas fueron incluidas como representantes de España en el proyecto Flying Over Natura 2000, que estudiaba estas aves a través de su seguimiento por radiofrecuencia.

Agentes en tarea de marcaje de un águila perdicera previas a la devolución al nido. | ISIDORO CARBONELL
Agentes en tarea de marcaje de un águila perdicera previas a la devolución al nido. | ISIDORO CARBONELL

Hoy dia, la recepción por redes móviles de los datos que envían los ejemplares a través de GPS ha agilizado enormemente el acopio de información, ya que es posible configurar y variar a voluntad los datos que se buscan: junto a la ubicación, la temperatura del animal, la velocidad del vuelo, la altura y, en su caso, la hora de la muerte, lo que activa su búsqueda para investigar las causas del fallecimiento.

Actualmente se desarrollan varios proyectos de seguimiento de especies en Salamanca, como el proyecto LiFE Rupis” junto a Portugal para la conservación de alimoche e águila perdicera en el Valle del Duero. La fundación suiza 4 Vultures colabora activamente en el marcaje de individuos, dentro del ámbito de sus proyectos con quebrantahuesos, alimoches, buitres negros y buitres leonados.

Con los seguimientos por satélite, se pueden registrar los grandes movimientos migratorios de las aves

También en Las Arribes, y a raíz de las medidas de compensación de impacto ambiental de la mina de Barruecopardo, técnicos de la empresa Saloro han mantenido su colaboración con Medio Ambiente para controlar la evolución de los pollos de águila perdicera y realizar marcajes, además de aportar transmisores de última generación y equipos. “Todos los animales mandan datos una o dos veces al día, que nos llegan por correo electrónico”. Hasta ahora se han marcado ejemplares de alimoche, milano real y águila perdicera.

Agentes medioambientales y especialistas descienden hasta un nido de águila perdicera para instalar sistemas de seguimiento.
Agentes medioambientales y especialistas descienden hasta un nido de águila perdicera para instalar sistemas de seguimiento.

Resulta fascinante repasar los movimientos de las aves migratorias que traza la señal de satélite en un mapa. Y conocer historias como la llamada recibida en 2019 desde Alemania porque habían detectado la muerte en las riberas del Yeltes de un milano real marcado en el país teutón. “Desplazamos agentes medioambientales -señalan desde la Junta-, recogimos al animal y al practicarle la necropsia en el Centro de Recuperación se comprobó que le habían disparado. El registro señalaba sus últimos movimientos, el lugar donde le habían disparado y donde cayó. La medición de temperatura nos permitió saber que murió al día siguiente”.

También la tecnología sirvió para conocer el final del milano alemán que se atragantó al comerse un hueso en la comarca de Vitigudino o el águila perdicera que se electrocutó en Palencia.

Buitre negro ‘Jacinto’ rescatado en Alconada.
Buitre negro ‘Jacinto’ rescatado en Alconada.

Mapas como los reproducidos en este reportaje permiten admirar las odiseas que emprenden las aves migratorias que bajan a invernar al África subsahariana. Pero siempre hay sorpresas. Un pollo ‘salmantino’ de águila perdicera llamado “Uces” bajó a Marruecos el año pasado, se dio una vuelta por el desierto y decidió quedarse por la zona de Rabat. Sube muchas veces al Estrecho, pero no se acaba de animar a cruzar hacia el norte. Colegas de Marruecos siguen los movimientos de “Uces”.

Observar los movimientos de las águilas perdiceras ayuda a interpretar el territorio, localizar zonas de descanso para las aves y zonas de alimento, como los alimoches que acuden a comer a la zona de Gejo de los Reyes y vuelven a dormir a las Arribes, o los que aparecen por sorpresa en la comarca de Peñaranda atraidos por restos de industrias cárnicas. A veces el rastro satelital permite detectar la gestión inadecuada de cadáveres de una explotación ganadera, y en otras ocasiones ayuda a identificar las zonas no conocidas en Salamanca de concentración premigratoria, de alto interés conservacionista, donde se juntan individuos de una especie antes de migrar a África.

Con las cámaras de fototrampeo se estudia la distribución de especies de mamíferos en el territorio

EN TIERRA

La odisea del lince Kentaro, que tras ser liberado en los montes de Toledo protagonizó una espectacular odisea de de 3.000 kilómetros recorriendo España y Portugal ente 2014 y 2016, puso de actualidad los dispositivos de posicionamiento por GPS. Los linces más cercanos a Salamanca corretean por el nordeste de Cáceres, pero estos localizadore sí se han utilizado en nuestra región en el plan de Gestión del Lobo para seguir los pasos a algun ejemplar y conocer sus áreas de campeo.

Corza en una cámara de fototrampeo. | MEDIO AMBIENTE SALAMANCA

En Salamanca y en Castilla y León, este protector “Gran Hermano” estudia la distribución de los mamíferos medianos y grandes con cámaras de fototrampeo. Colocadas discretamente en árboles o estacas y distribuidas en puntos estratégicos de paso de fauna en cuadrículas de 10 x 10 kilómetros, el Servicio Territorial de Medio Ambiente registra desde 2019, mediante fotos y videos, la presencia en un determinado lugar de gatos monteses, ginetas, garduñas, meloncillos, tejones... Las últimas cámaras cuentan con sensor de movimiento e incluso podrían enviar imágenes por SMS. Tras 21 días capturando material gráfico, las cámaras son trasladadas a un nuevo emplazamiento hasta completar todo el territorio. Todo ayuda a conocer la distribución de las especies a nivel regional y analizar los cambios de tendencias poblacionales en períodos amplios.

DE LAS PRIMERAS ANILLAS A LOS SATÉLITES

Las técnicas de marcaje de los animales han seguido una constante evolución tecnológica desde los primeros anillamientos de aves. Existen datos que sitúan los primeros marcajes de este tipo a especies de aves en Escocia e Inglaterra a inicios del siglo XX, aunque anteriormente ya se habían producido marcajes individuales en Dinamarca y Alemania.

Han pasado ya más de 100 años desde que el anillamiento científico de aves se empezó a emplear como técnica de estudio para conocer con más precisión los desplazamientos, migraciones y áreas de invernada y cría de estos animales. Pero aunque el desarrollo tecnológico ha incorporado métodos mucho más sofisticados, tanto de marcaje como de captura, el anillamiento científico convencional sigue siendo una herramienta de estudio eficaz, sencilla y económica.

Colectivos como la Sociedad Española de Ornitología (SEO), expertos de la Universidad de Salamanca y muchas aficionados colaboraron a mediados del siglo pasado en las labores de marcaje de fauna que se centró en principio en las especies de aves. En el territorio nacional, la Sociedad de Ciencias Aranzadi también destacó por su importante labor en este área.

Los primeros datos obtenidos tras la recogida de aves ya marcadas y la colaboración nacional e internacional revelaron interesante información sobre esperanza de vida de las especies, sus lugares de cría e invernada así como las rutas de migración.

El siguiente paso en el marcaje de las aves llegó con la introducción de marcas que ponían identificarse a distancia. Las anillas crecieron de tamaño, los materiales se hicieron más livianos y se introdujeron códigos alfanuméricos y colores que identificaban el lugar de origen de cada ejemplar.

Otros procedimientos que se incorporaron al marcaje de las aves fue la colocación de marcas alares y y técnicas de decoloración de plumas. Mediante la colocación de una pequeña placa de material ligero, como tela o posteriormente PVC. Esta técnica, al igual que la aplicación de un tinte en el plumaje del ave, permitía a los observadores identificar a al ejemplar a distancia, con ayuda de unos prismáticos telescopios por lo que ya no es necesario volver a capturar al animal para “leer” la anilla.

El siguiente avance notable llegó de la mano de los transmisores que, colocados en el animal, emitían una señal VHF que era seguida en tierra y permitía localizar al ejemplar. Este esforzado procedimiento, que obligaba a trasladar equipos por el terreno y a colocar arneses o collares en los ejemplares seguidos, fue el utilizado en el marcaje de linces en Doñana en los años 80 y de las avutardas en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila ya en los 90. En la foto, un hijo de alimoche “Batuecas” vuela portando un transmisor.

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