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Y terminó septiembre con el “rachisol” del veranillo de San Miguel y el otoño nos regala este octubre para una Salamanca que vibra como antes de la pandemia, donde el bullicio se convierte en la voz de una de las ciudades más hermosas del mundo. Si tienen la dicha de ver y pasear por esta ciudad, se les enamorará el alma de por vida y se “enechizarán” de ella, como les pasó a Cervantes, a Unamuno, a Torrente Ballester y por supuesto a Colinas, nuestro más insigne y premiado poeta vivo.

El 30 de septiembre, Antonio Colinas, con la generosidad que le caracteriza, le regaló a Salamanca y a todos los lectores un nuevo libro. Está dedicado, en su mayor parte, a lo que ha escrito durante sus más de veinte años viviendo aquí, en forma de artículos sobre nuestra ciudad. Muchos de ellos publicados en nuestra querida LA GACETA, desde la tribuna que tuvo como colaborador de este periódico, corazón y pulmón de Salamanca, de esa Salamanca que Colinas define como “el laberinto abierto”. Qué aserto más hermoso para nuestra ciudad, referente ancestral de la lucha constante de la cultura. No es extraño encontrar al poeta paseando solo por la ciudad, embebido en sus pensamientos, con su figura inconfundible, debatiéndose imagino, en ese laberinto abierto en el que el paseo por la culta ciudad, le imbuye. Qué suerte que los estudiantes rocen con su poesía y disfruten con su presencia entre las piedras milenarias de la romana Helmántica.

En esta “Salamanca, laberinto abierto” y a los pies de la maravillosa puerta plateresca del Estudio Salmantino, el día 1 de octubre se inauguró, por primera vez en la historia de la Universidad, la Apertura Poética del curso universitario 2021-2022. Fue un acto sencillamente delicioso, donde el mejor escenario del mundo se llenó de Poesía y de Música. ALUMNI y la USAL han tenido la acertada resolución de recoger la idea que se les presentó y hacer realidad este acto que, espero y deseo, se institucionalice de por vida. Bajo el cielo azul de una tarde con una temperatura inusual, la voz de la Poesía enmudeció a la Fachada y revoloteó entre la escultura de Fray Luis de León. La poesía de Jaime Siles, recitada con su voz singular y sus versos encontrados tras bucear entre los sentimientos y el conocimiento certero, dieron paso a la voz de la poetisa cordobesa Juana Castro. Su profundidad, reflejo exacto del grito silencioso e inefable de la actual mujer en tránsito, reivindicó la verdad y condición sobre todos los modos y pensamientos, poniendo todo en femenino. El acto lo cerró la voz de Antonio Colinas, con su poesía nexo de Oriente y Occidente, universal poema como nuestra fachada y terminó con una oda al amor más bello y puro, que enmudeció la tarde con sus versos enamorando con ellos a la atenta mirada del saber.

Este ojo que observa.

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