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Sí, así de crudo, así de clarito: o Ayuso, la manera de gestionar y de vivir la política de esta mujer y de su equipo, o la nada. O si lo prefieren, el abismo. De Pedro Sánchez y de toda su casta de impresentables (e impresentablas), ya poco se puede decir, pues este individuo ha agotado el repertorio, las arcas públicas y la paciencia de quienes vivimos en la escapada. Un Pol Pot del barrio de Tetuán reinando sobre nuestros doloridos huesos, así veo a Sánchez.

Pero yo a lo mío, a mi Ayuso como ‘ayuser’ declarado y militante que soy. La penúltima de la presidenta ha sido anunciar -con la buena mano de su consejero Fernández-Lasquetty- una bonificación del 20% del IRPF para los inversores extranjeros, o españoles repatriados, que se asienten en su Comunidad para generar actividad económica y empleo. Ya ven, la facha de Ayuso promoviendo riqueza y bienestar en lugar de pobreza y crispación. Qué mala gente, y encima una mujer atractiva. Como cantara Emmanuel, detenedla ya.

Si observan el “timeline” desde que Ayuso llegó a la Puerta del Sol, el objetivo solo ha sido uno: crecer; crecer como única vía para progresar tanto en lo privado como en lo público, algo indisolublemente unido por mucho que le pese a la izquierda carpetovetónica.

Ayuso, el ‘ayusismo’, llegó para quedarse, pero sobre todo para advertirnos de la destrucción social en la que estamos inmersos, pero no sólo por culpa de la resentida izquierda ultra, también por parte de las fuerzas conservadoras, empezando por su partido que, como todos sabemos, la ha mantenido porque no le queda otra. El PP, como todos, es un partido de hombres, de hombrecillos, me da igual Rajoy, que Casado o que Feijóo, que sigue siendo sospechoso de no ser nadie, de ser rehén de sus complejos y de un discurso retórico “made in Génova”. Lo siento, pero el problema que nos lastra es que en España seguimos viendo a la mujer como un peligro, y me refiero a la inteligente, independiente, autónoma y valiente, que nada tiene que ver con lucir un pañuelito de Hermès al cuello, Calviño style.

Y claro, hablo de Ayuso y hablo de mi Cayetana Álvarez de Toledo, dos políticas, dos personas, dos mujeres que han sabido hablar y llamar a las cosas por su nombre. Ayuso se mantiene y Cayetana como Wally, ¿dónde está? A veces sueño despierto y pienso que Feijóo se vuelve “normal” y recupera a la exportavoz parlamentaria para un futuro de mayores miras y con la batalla cultural de ariete, a la postre nuestra única esperanza.

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