Madrid, castillo famoso

Y quien menos explicaciones ha querido dar ha sido el ministro Illa.

Que Madrid, con los bares y restaurantes abiertos haya llegado a esta esperanzadora situación debe dar que pensar a los epidemiólogos. Pero el ejemplo es, sobre todo, político: el gobierno de Díaz Ayuso resistió una campaña despiadada de ignorancia y mala fe.

Y ahora, de la mano de Rufián, el gobierno nos quiere subir los impuestos a los madrileños, porque, según los separatistas, aquí se hace dumping fiscal, cuando los madrileños aportamos a la Caja común del Estado el 180% más que Cataluña. Desde Cataluña se han venido a Madrid unas 4.000 empresas pero no a causa de ningún dumping fiscal, pues el impuesto de sociedades es igual en toda España y va directamente a las arcas del Gobierno central. Esas empresas han huido de Cataluña a causa del procés que las ha amenazado de ruina.

Por otra parte, se puede estar o no de acuerdo con la política fiscal de la Comunidad de Madrid, pero es perfectamente legar y responde al concepto de autonomía.

Y este hecho siempre ha representado un problema a la hora del reparto, que ha sido más arbitrario que racional y siempre ha perjudicado más a Madrid y a Valencia que las demás comunidades. En cualquier caso, los más beneficiados han sido sistemáticamente los vascos y los navarros, que jamás han pagado lo que deben al Estado y tampoco aportan un céntimo para cubrir los enormes déficits que producen sus pensiones. Eso sí que es una vergüenza. Además, el sistema de reparto vigente hoy se creó en los tiempos de Zapatero y fue pactado con los gobiernos de Cataluña y de Andalucía, que salieron y salen muy beneficiados respecto al resto de comunidades autónomas.