Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

LA Casa fue del arquitecto Juan de Alava, apellidado por algunos como de Ibarra, quien la construyó hacia 1520 y en la que vivió con María Alvarez de Vargas. Otorgó testamento los días 18 y 20 de setiembre de 1537, ante el notario Francisco Gao, mandando que la Casa pase a propiedad de su hijo ilegítimo Pedro, habido con la expresada María Alvarez, junto con otros dos: María y Juan. También acuerda la fundación de una Capellanía en la vecina iglesia de Santa María de los Caballeros, donde deja dispuesto ser enterrado. En 1666, Francisca y Antonia, hijas de Pedro Pérez de Ibarra, descendientes de aquel, ceden la Capellanía a la iglesia de santa María de los Caballeros, pasando ésta a ser su legítima propietaria. La Capellanía debía sostenerse, entre otras mandas, con las rentas producidas por los alquileres de la Casa. No hacemos mención del resto del testamento, respecto a sus tres hijas legítimas, Catalina, Isabel y María y de su esposa Elena Sánchez de Sepúlveda.

En el Catastro de Ensenada de 1753 figura como representante de la Capellanía el presbítero Manuel de Paz, constando el edificio de bajo, dos altos y solana, con 11 varas de frente y 44 de fondo.

En virtud de las leyes desamortizadoras pasó a propiedad del Estado y luego por subasta a propiedad privada, haciéndose dueño en 1805 el sacerdote Alejo Guillén, canónigo dignidad de Prior en la Catedral, quien al fallecer en 1839, dona la vivienda a María Lozano, su ama de llaves, que murió asesinada en 1851.

Dada la tenebrosa leyenda, nadie se atrevió a adquirirla y hubo de ser vendida judicialmente y sacada a subasta pública sin que se presentara postor alguno. Pasó bastante tiempo hasta que el salmantino Enrique Maldonado y Carvajal, compró el edificio, que se encontraba en lamentable estado.

En el mes de agosto de 1888 aparecieron en prensa unos versos alusivos que decían: “La Casa de las Muertes / se viene abajo / y es fácil que esta casa / muera matando”. O estos otros: “En la Casa de las Muertes / hay un letrero que dice: / ¡Que me caigo! ¡Que me caigo! / Quítese usted no la estropicie”.

El 19 de mayo la casa había sido declarada en ruina por el arquitecto municipal don Manuel Pérez González y el 10 de setiembre, rigiendo la alcaldía don Wenceslao Muñoz Sánchez, el diario El Fomento publica que “se ha empezado a derribar la casa nº 6 de la calle de Bordadores conocida en Salamanca con el nombre de Casa de las Muertes, que como sabrán nuestros lectores, hace tiempo estaba declarada ruinosa por el arquitecto municipal”.

Su dueño reconstruyó la fachada, a punto de desplome y acondicionó el interior por lo que fue siendo ocupada sucesivamente por varios inquilinos: Dos comandantes de carabineros, un jefe de estadística y el abogado don Marcelino Sánchez Ventura y López, quien nos consta que se encuentra habitándola en octubre de 1906. Llegó a albergar la sede del Colegio Oficial de Arquitectos. Enrique Maldonado y Carvajal falleció en Segovia el 26 de agosto de 1912.

La rehabilitación efectuada no debió ser muy consistente pues en 1921, vuelve a declararla en ruinas el arquitecto municipal don Joaquín Secall Domingo y es nuevamente reparada. La imponente figura del arzobispo Alonso II de Fonseca, el “Severísimo Fonseca Patriarcha Alexandrino”, había perdido la nariz.

En el Catálogo Monumental de España, a primeros de los años 60, se afirma que la Casa de las Muertes amenaza ruina y tras haber pasado de mano en mano, alojando incluso el consulado de Suecia, adquiere la vivienda en 1962 Matías Blanco Rodríguez Vega, hijo del banquero Matías Blanco Cobaleda y se la acondiciona para residencia de verano y fines de semana el arquitecto José Varela en 1964. Se efectúa la reconstrucción salvando la fachada, sin desmontarla y reedificando el interior que carecía de interés arquitectónico, habiendo sido declarada la ruina del edificio por el arquitecto municipal don Antonio García Lozano. Se transforman en ventanas lo que habían sido balcones, se colocan nuevos antepechos y se reponen las cuatro calaveras talladas en la piedra, a modo de ménsulas, en los remates inferiores de las jambas de las dos ventanas superiores, que habían sido sustituidas por bolas en la rehabilitación efectuada anteriormente.

El 16 de noviembre de 1983 fue declarado el edificio Bien de Interés Cultural.

En 2015 los propietarios de la Casa eran la familia Luis Gonzaga y hoy se encuentra en venta constando de 760 m2 construidos, en cuatro plantas de más de 190 m2, diez habitaciones, nueve baños, terraza, salones, cuarto de plancha, capilla propia y 170 m2 de jardín.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios