La culpa es del PP
Alfonso Fernández Mañueco definió ayer con bastante acierto la línea que intenta mantener el presidente de su partido, Alberto Núñez Feijóo, desde que sucedió al ... nefasto Pablo Casado: “Una política responsable, eficaz, moderada y sosegada frente a un Sánchez instalado en el insulto e imposición”. Una política, y esto ya no lo dijo Mañueco, a veces demasiado sosegada y tan moderada que a veces raya en la cobardía, pero que le está aupando en todas las encuestas. Respecto a Sánchez, el presidente de la Junta lo clavó: ahora está centrando los esfuerzos de todo el Gobierno de la nación en el insulto por tierra, mar y aire, al líder de la oposición, a quien intenta imponer una tras otra sus ocurrencias en forma de decretos. Alguno de sus cientos de asesores le ha dicho que eso le permitirá recuperar terreno en los sondeos, como si los españoles fuéramos tontos. Lo que le haría ganar votos sería gestionar bien, por una vez, cualquiera de los muchos frentes de crisis en los que nos ha metido. Peor eso exige trabajo y acierto, dos extremos que Sánchez no maneja.
Mañueco es muy partidario del sosiego, la moderación, la responsabilidad y el llevarse bien con todo el mundo, y en eso se parece al gallego. A quien no se parece en absoluto es a su vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, que lidera las consejerías de Vox y practica una política de rompe y rasga que levanta ampollas allá por donde pisa.
En Salamanca tenemos algunos alumnos aventajados de la escuela sanchista, que en lugar de centrarse en defender los intereses de la provincia ante los múltiples ministerios, se dedican de forma sistemática a atacar a sus colegas del PP salmantino. Según David Serrada, secretario provincial del PSOE, la culpa de la crisis que asola a Salamanca no es ni del Gobierno, ni de sus aliados, ni mucho menos de los propios diputados y senadores socialistas, sino de los congresistas populares, José Antonio Bermúdez de Castro y María Jesús Moro, por no haber apoyado el decreto de ahorro energético que Sánchez sacó adelante con sus habituales amigos del ‘Frankenstein’. Sánchez utilizó la artimaña de colocar en el mismo texto las medidas de ahorro de energía, inútiles e imposibles de aplicar, junto a las becas y las rebajas en los abonos de tren, con la única intención de poder acusar a Feijóo de no apoyar a los estudiantes y a los viajeros. Es la misma táctica que utiliza Moncloa desde que el gallego se ha convertido en líder de las encuestas: le ofrece arrimar el hombro, no le informa, ni le escucha, ni negocia con él, y luego pacta todas sus medidas con los enemigos de España, a los que riega de fondos y concesiones a cambio de su voto maloliente.
Los dirigentes del PSOE salmantino están dedicados en cuerpo y alma a criticar a la oposición en lugar de exigir un trato justo para esta provincia. A la hora de enumerar los beneficios del Gobierno, se limitan a sumar las subvenciones y las ventajas que, como los ERTEs, el abono de transporte o las becas, benefician al conjunto de los españoles. Y cuando ven que aquí la electrificación no avanza, que las inversiones del Estado baten récords por ser las más rácanas de las últimas décadas o que Salamanca es marginada en los grandes proyectos de los fondos europeos Next Generation, miran para otro lado y acusan a la Junta o a los parlamentarios nacionales del PP.
Lo cierto es que a esta tierra no ha llegado ni un euro de esas fabulosas inversiones que suman 70.000 millones y que iban a ejercer de motor de la recuperación. Se pidieron y se presentaron un montón de proyectos tanto de instituciones como de empresas, y todo ha quedado en agua de borrajas. El PERTE del Español, que era una de las grandes apuestas de la Universidad, lo desvió Sánchez hacia sus amigos de La Rioja. Del resto, no hay huella visible. En Salamanca nadie conoce a nadie que haya cobrado ni una sola ayuda de esos fondos europeos, tal y como contamos hoy en LA GACETA. Y la culpa, con toda seguridad, la tienen Feijóo, Mañueco, Bermúdez de Castro y María Jesús Moro.
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