Votar por España
Lo que indican los posibles escenarios tras el recuento es que todo es posible y cada voto cuenta. Así que no hay excusa para dejar de votar
Alguien ha elegido la peor fecha posible para votar precisamente porque no quieren que votemos. Un 23 de julio, habitualmente el día más caluroso del año, en medio de un puente de cuatro días y cuando un alto porcentaje de españoles están de vacaciones, en la playa o en el extranjero.
Ese intento de cercenar nuestro derecho constitucional al voto es una de las más poderosas razones por las que no podemos dejar pasar la oportunidad de decidir el futuro gobierno con nuestra papeleta, aunque nos cueste un esfuerzo suplementario.
La otra razón de peso para acudir en masa a las urnas es que esta vez, más que nunca, está en juego el futuro de España. No se trata de elegir entre dos modelos de gobierno, entre dos formas de gestionar la cosa pública en España, sino de defender nuestra democracia y nuestra nación de quienes pretenden acabar con ellas, sustituirlas por modelos políticos y sociales de otras latitudes y de otros tiempos.
Lo que convierte en especial la convocatoria es que en 45 años de democracia nunca habíamos tenido un gobierno con ministros de un partido que no acepta el régimen constitucional de 1978 y que pretende socavar los cimientos del Estado de Derecho, atacando a las instituciones y derribando la separación de poderes. Y nunca habíamos sufrido un gobierno apoyado en partidos cuyo objetivo es la desmembración de España y la ruptura definitiva de la unidad de la nación.
Por tanto el peor resultado de lo que voten hoy los españoles sería que los enemigos de España continúen mandando y refuercen su poder. Las encuestas no reflejan esa posibilidad, pero nada es seguro hasta que no finalice el recuento y veamos qué Parlamento han dibujado los electores.
Un primer escenario, con el que sueña Alberto Núñez Feijóo, situaría al candidato del PP por encima de los 160 escaños, con más diputados que la suma de los partidos componentes del Frankenstein. Un resultado que podría permitirle gobernar sin el apoyo de Santiago Abascal, aunque necesitaría de su abstención en la investidura, porque el de Vox no estaría legitimado para provocar una repetición de elecciones y solo podría negociar a un precio lo más alto posible su apoyo. Los verdes saben que bloquear el Parlamento, tras una victoria contundente de los populares, les llevaría a seguir el camino hacia el abismo como ocurrió con Ciudadanos.
También podría ocurrir lo que vaticina la media de las encuestas que se han venido publicando, y es que Feijóo se quede en el entorno de los 143 escaños, Sánchez cerca de los 110 y Vox y Sumar en los 32-35 diputados, de forma que Abascal tendría la llave y podría exigir la entrada en el gobierno.
Y el tercer escenario implicaría una repetición de elecciones en caso de que la suma PP-Vox no se acerque a los 176 de la mayoría absoluta y el PSOE tampoco sea capaz de alcanzarla con sus socios (una coalición de Sánchez con otros doce o trece partidos, entre ellos el Junts de Puigdemont, resulta impensable).
Los socialistas sueñan con una victoria sobre el PP que les permita repetir el experimento Frankenstein. Esa posibilidad solo aparece en las encuestas del CIS, es decir, en los sueños imposibles de Tezanos.
Lo que indican estos análisis es que nada hay decidido y que cada voto cuenta. Así que todos a votar. Pensando en nuestras familias, en nuestro futuro, y en España.