Menos Falcon y más calle

La gran diferencia entre la campaña que está protagonizando Feijóo y la que le están organizando a Sánchez es que el primero no solo puede salir a la calle, sino que disfruta de la simpatía general de los miles de ciudadanos que congrega en sus actos, y el segundo no puede asomar por ningún lugar que no esté previamente rellenado con militantes de su partido. El gallego provoca ilusión y al del Falcon no lo traga nadie.

A Sánchez le han dicho que se haga el simpático y que vaya de víctima por las televisiones y las radios, porque los responsables de campaña del PSOE confían en su capacidad infinita para mentir sin que le tiemble el párpado. Este fin de semana ni siquiera sale a las ondas a lanzar sus trolas, porque se ha encerrado a preparar el debate de mañana lunes. Por lo visto, necesita tres o cuatro días para ensayar ante el espejo las poses, los cambios de opinión y las invectivas que lanzará contra Feijóo. Si el candidato del PP hubiera aceptado los seis debates que le proponía el del Falcon, hubiera necesitado por lo menos un mes para estudiar estrategias y aprenderse de memoria el argumentario preparado por sus gurús.

En cambio, el ex presidente gallego seguía ayer de turné por España, como si tal cosa. Estuvo aquí al lado, en Zamora, donde fue aclamado por los vecinos de Corrales del Vino, sin vallas, ni montajes, ni casting. Y allí lanzó un alegado en favor de la gente del campo, con más servicios para los mayores que viven en los pueblos, que falta les hace, y con más incentivos fiscales y más ayudas para las empresas decididas a crear empleo en el mundo rural. Es uno de los muchos agujeros negros de la gestión del Gobierno sanchista: se ha olvidado del campo y ha castigado a los agricultores y ganaderos con medidas ultraecologistas. Así que en los pueblos de Salamanca, como en el resto de los de Castilla y León, le esperan con la escopeta cargada.

En Zamora Feijóo se sintió a gusto, como en casa, y sacó su mejor repertorio de frases con retranca gallega, entre ellas mi favorita: «Sánchez ha hecho más viajes en Falcon que pueblos ha visitado en España en cinco años de mandato». Ahí le duele. Ha sido un presidente que ha gobernado para las minorías ecologetas, para los golpistas, para los 'queer' y todos aquellos que se sienten más especiales que españoles.

El pasado viernes, el candidato popular se desmarcó de esa falsa política de apaciguamiento seguida por Sánchez en Cataluña, que ha consistido en conceder a los rebeldes cuanto le han exigido: desde los indultos a la desaparición del delito de sedición o la reforma del de malversación, para que salgan impunes de sus fechorías. Dijo Feijóo que desactivará la mesa bilateral Gobierno-Generalidad, porque no se puede negociar con una región aquello que compete a todos los españoles. Parece que ha aprendido de los errores de su antecesor Rajoy, que mandó a Barcelona a su vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría para dialogar con los golpistas y se rieron de ella.

Ese será uno de los puntos fuertes del cabeza de lista del PP en el debate de mañana, mientras que Sánchez se agarrará a los pactos con Vox como a un clavo ardiendo. Haría bien el gallego en poner de ejemplo a Castilla y León, donde la entrada de los verdes no ha supuesto ninguna hecatombe. Lo único que de verdad ha roto Vox en esta Comunidad ha sido el diálogo social, porque le ha pegado un buen tajo a las subvenciones a patronal y sindicatos. Sánchez, por el contrario, reparte dinero a manos llenas a UGT y CCOO, y eso ha sido muy bueno para él, pero ¿lo ha sido para el conjunto de los españoles?