Hay que pedir... a Feijóo
La exigencia de Carbayo de más fondos para el español en Salamanca va dirigida más a Feijóo que a Sánchez, del que ya no se espera nada.
No había ministros del Gobierno en la inauguración ayer del VII Congreso Internacional del Español. Nada raro, porque el Ejecutivo sanchista no ha sido especialmente generoso con Salamanca en todo lo que se refiere al castellano. No hubo fondos para acondicionar el Centro Internacional del Español y solo a última hora, en mayo pasado, llegó el anuncio, muy preelectoral, de 2,5 millones de euros de fondos europeos, aunque el grueso del PERTE del español se lo regaló Sánchez a su amiga la presidenta de La Rioja.
No de extrañar, por tanto, que el alcalde de la capital se acordara para mal del Gobierno a la hora de abrir el Congreso organizado por la Junta de Castilla y León y la Universidad y que de aquí a mañana miércoles convierte a Salamanca en epicentro de la investigación y la enseñanza del español en el mundo.
Carlos García Carbayo lanzó la correspondiente queja ante la ominosa falta de financiación para la Universidad y para el conglomerado de instituciones públicas y privadas implicadas en la sector de la lengua. Una exigencia dirigida ya más a Alberto Núñez Feijóo que a Sánchez, porque del actual Ejecutivo poco o nada se espera ya.
Mientras con una mano reivindica, con la otra Carbayo va repartiendo cargos y atribuciones en el Ayuntamiento de la capital y en La Salina, con ese estilo suyo tan personal y discreto. Lo lleva con tanto sigilo que en el PP andan todos con la mosca detrás de la oreja, porque no da pistas y los afectados se enteran a última hora de sus puestos y funciones. Lo del «aquí mando yo» lo lleva el alcalde y presidente del partido a rajatabla.
A todo esto la maquinaria electoral sigue a pleno rendimiento cuando falta menos de un mes para la cita decisiva del 23 de julio. Feijóo anda de ronda de promesas. El domingo en Salamanca tocaba familia, y anunció un poco de todo: cuatro meses de permiso para los padres antes de que el niño cumpla ocho años, más apoyo a las familias numerosas, más servicios de reproducción asistida, más tiempo con los colegios abiertos y más control del acceso de los menores a las redes sociales. Más de todo, vamos. Lo que no nos aclaró son los tipos de parentela que contemplará su Gobierno, después de que el actual aprobara el proyecto de la Ley de Diversidad Familiar y Apoyo a las Familias con dieciséis clases, entre ellas la monomarental, la monoparental, homoparental, homomarental, trasnacional, intercultural, biparental, reconstituida, retornada… y toda la nomenclatura propia del belarrismo y el monterismo podemitas. La tradicional no estaba (creo) y ya dudo de que exista.
En fin, que Feijóo volvió ayer a la carga con una rebaja del IRPF para quienes ganen menos de 40.000 euros anuales, y no tiene previsto descansar hasta que toque acudir a las urnas. Todo para recuperar el rumbo hacia la victoria que se torció ligeramente gracias a los inestimables esfuerzos de su candidata en Extremadura, empeñada en dinamitar la relación con Vox. Ahora parece que la señora Guardiola da marcha atrás y lo que antes le parecían poco menos que demonios, se han convertido en socios indispensables para sacar a los extremeños del redil socialista. No es lo más coherente después de asegurar que con gente como los de Abascal «que niega la violencia machista, deshumanizan a los inmigrantes y tira a la basura la bandera LGTBI» no se podía gobernar, pero seguramente es lo más práctico. Es como si se hubiera dado cuenta de repente de que lo más importante para los españoles no son los nombres de las violencias ni el uso de las banderas, sino volver a contar con un Gobierno sensato. Nunca es tarde para caerse del caballo.