Una nueva España
La constitución de los ayuntamientos dibuja un nuevo país con un panorama teñido por el azul del Partido Popular
Hay una nueva España en marcha. La constitución de los ayuntamientos ha cambiado el mapa político de forma radical. A un país asentado sobre consistorios de izquierdas, con preponderancia del socialismo e importantes hitos comunistas, le sucede ahora un panorama teñido de azul popular, con escasos reductos sanchistas y un separatismo que se bate en retirada.
El PP ha pasado a controlar treinta y dos capitales de provincia, frente a las once que gobernará el PSOE, un demoledor tres a uno como anticipo de lo que puede ocurrir en las elecciones generales del 23 de julio. De esas treinta y dos grandes ciudades, los populares solo han necesitado el apoyo de Vox en cinco, lo cual confirma que hay una clara alternativa de centro derecha para despertar a España de la pesadilla sanchista, y ese relevo puede producirse en coalición o con el apoyo externo de los de Abascal, depende de si Feijóo es capaz de conseguir más diputados que la suma de las izquierdas.
La elección de los alcaldes más relevantes ha venido a confirmar que el gallego se ha puesto en modo 'hombre de Estado'. Allí donde el PSOE o el PNV han necesitado de su apoyo para impedir el acceso a los consistorios de los golpistas o los proetarras el PP ha tenido la generosidad y la decencia de votar tapándose la nariz para evitar un mal mayor. Así ha ocurrido en Barcelona, en Vitoria y en media docena de grandes municipios vascos, mientras que los socialistas solo han cedido en Pamplona para permitir una Alcaldía de UPN. Esa es la altura de miras que ha demostrado Feijóo y que siempre le ha faltado a Sánchez, que no ha querido retratarse junto a los golpistas catalanes y los herederos de los asesinos etarras por la cercanía de las generales, aunque su pose no engaña ya a nadie: los españoles son conscientes de que su única oportunidad de seguir en La Moncloa pasa por volver a conformar un Frankenstein junto a sus camaradas de Bildu y ERC, a los que se unirían los comunistas de Sumar.
La mejor noticia de ayer sábado quizás sea la desaparición de los últimos restos del populismo bolivariano, encarnado por Pablo Iglesias y sus discípulos, que llegaron a controlar ciudades como Barcelona, Zaragoza, Valencia, Cádiz o La Coruña. El peligro de involución democrática y la amenaza de un país dominado por la nueva casta del viejo comunismo quedan ahora más lejos.
El mapa de los consistorios dibuja una España teñida de azul desde Madrid hacia el sur, con el rojo socialista resistiendo solo en cuatro comunidades autónomas: Cataluña, Galicia, Canarias ¡y Castilla y León! Lo cierto es que los resultados del PP comandado por Alfonso Fernández Mañueco han sido muy buenos si los comparamos con lo ocurrido hace cuatro años, pero no tanto si miramos a Andalucía, Valencia, Extremadura, Castilla-La Mancha o Aragón. En nuestra región el PSOE mantiene Palencia y Soria y probablemente León, donde consiguió mayoría pero depende de los siempre imprevisibles leonesistas de UPL. Con Zamora en manos de IU y la capital abulense controlada por la formación local Por Ávila, al PP le quedan los gobiernos de Salamanca, Valladolid, Segovia y Burgos. No es para tirar cohetes y, desde luego, con estos resultados ya no se puede sostener la antigua imagen de la Meseta como granero de votos del PP.
En ese contexto adquiere mayor mérito la mayoría absoluta alcanzada por Carlos García-Carbayo en la capital charra, aun que el alcalde avisó ayer contra la complacencia a sus compañeros de Corporación. Tiene mucho trabajo por delante, y el primero, como presidente del partido, será contribuir con una victoria por tres a uno en las generales.