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DE CALLE

La inútil vía judicial

Recurrir ante la justicia la amnistía como anuncia Mañueco no servirá de nada: si se gana, será ya demasiado tarde

Domingo, 22 de octubre 2023, 06:00

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La Real Academia Española define la impotencia como «falta de poder para hacer algo». Pero hay otro significado más profundo de la palabra impotencia que la RAE no contempla y que se refiere a la sensación de inutilidad de un esfuerzo o una intención. Esa otra acepción es la que sirve para definir el sentimiento que embarga al presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, cuando anuncia los términos de su oposición al proyecto destructivo del Gobierno sanchista. Toda la rabia que siente el titular de la Junta está condenada a la frustración.

Mañueco anunció el pasado jueves que acudirá a la vía judicial si Pedro Sánchez otorga privilegios a otras comunidades autónomas a cambio de los votos necesarios para su investidura. De entrada, sobra el condicional. No solo va a privilegiar a los catalanes y vascos, sino que está dispuesto a dinamitar la Constitución con el único fin de mantenerse en el poder.

La amenaza del presidente de la Junta, compartida por otros líderes autonómicos del PP, consiste en llevar al Gobierno a los tribunales. Y a Sánchez y a sus camaradas comunistas, proetarras y golpistas les entra la risa. Porque la vía judicial desemboca en el Tribunal Constitucional controlado por Cándido Conde-Pumpido, un juez de intachable trayectoria socialista, siempre dispuesto a embarrar su toga y la de sus colegas en favor de la izquierda.

La advertencia del presidente de la Junta solo la escucharon sus colegas del PP, porque el representante de la Generalidad salió corriendo tras lanzar un mensaje tan chulesco como inconstitucional, y los presidentes autonómicos del PSOE no tuvieron la valentía, o la decencia, de acudir a la Cámara Alta para no sentir la vergüenza de avalar una amnistía que convierte a los golpistas en héroes y a la Ley, la Constitución, los jueces, los fiscales y la Policía en representantes de una dictadura opresora de los «legítimos» sentimientos de independencia de las élites catalanas. Así demuestran los dirigentes socialistas que no solo han asumido los principios antidemocráticos y antiespañoles de su amado líder, sino que además son unos cobardes sin honor ni decencia.

Lo más sorprendente de la alocución de Mañueco en el Senado son sus condicionales. Que si el Gobierno condona la deuda de Cataluña haremos tal, que si concede la amnistía a los golpistas haremos cual… como si el pescado no estuviera vendido. Como si las discrepancias entre Sánchez, Puigdemont, Junqueras y los aprovechateguis vascos fueran algo más que una escenificación de cara a la galería.

La amnistía está concedida de antemano y la consulta sobre la independencia en Cataluña es tan solo un engañabobos para convencernos de que el sanchismo ha cedido en una parte y no en el todo. Primero perdonarán a los rebeldes y, una vez investido presidente, Sánchez negociará el referéndum, porque le importa un bledo la unidad de España, la democracia y la Constitución.

Amenazar con acudir a la vía judicial contra estos aspirantes a dictadores, autócratas y supremacistas, es tanto como hacerle cosquillas al monstruo.

Contra el proyecto de ruptura del nuevo Frankenstein solo cabe el recurso a la presión, en las instituciones y en la calle. Porque son más los españoles indignados con la deriva antidemocrática del Gobierno que quienes les han votado como mal menor ante la posibilidad de que gobierne la derecha. Pero hay que levantar esa bandera y dejarse de una vez por todas de juegos judiciales.

Las sentencias, en el peregrino caso de que acabaran por ser contrarias a la amnistía, llegarán demasiado tarde.

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