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DE CALLE

Lo inconcebible es aceptable

El sanchismo ha logrado que en la política española lo inconcebible y lo absurdo se conviertan en lo aceptable y lo lógico

Domingo, 13 de agosto 2023, 06:00

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Los cinco años de historia del sanchismo podrían resumirse en una 'performance' mediante la que lo anormal, lo inconcebible y lo absurdo se han convertido en lo normal, lo aceptable y lo lógico. Los polvos mágicos para provocar esta ilusión están compuestos de progresismo y antifascismo, aunque aquí no haya fascistas y en lugar de progresar vayamos para atrás como los cangrejos.

No hay nada más absurdo que intentar gobernar un país de la mano de quienes pretenden destruirlo. Y sin embargo, Pedro Sánchez está consiguiendo que veamos como lógico y normal que negocie su investidura con los más prominentes enemigos de la nación.

Ahora Sánchez depende de un golpista prófugo y está dispuesto a ceder a de sus disparatadas exigencias. Comenzando por colocarle la alfombra roja para que vuelva a España sin pisar la cárcel, para lo cual ya está poniendo a la Fiscalía (¿de quién depende la Fiscalía? Pues eso) al servicio de Puigdemont, para anular la orden de detención del juez Llarena por desobediencia y malversación agravada.

Y no pasa nada. Eso sí, cuando algún dirigente del PP mete la pata diciendo que los populares van a hablar con todos los grupos parlamentarios de la quimérica investidura de Alberto Núñez Feijóo, se monta la marimorena. Lo que en el sanchismo es progresista, democrático y conveniente, se convierte en escándalo, perversión y ridículo para cualquier otra formación.

Feijóo, según esta versión de las reglas democráticas impuesta por Moncloa y sus satélites, no podría pactar nada con nadie. Si lo hace con Vox en ayuntamientos y autonomías, se anuncia el fin del mundo, pero si Sánchez pactar con bildutarras condenados por terrorismo, como Arnaldo Otegi, o con expresidiarios condenados por sedición y malversación como Oriol Junqueras, no pasa nada.

Sánchez se dispone a gobernar España con el apoyo de veinticuatro partidos, cada uno de su padre pero todos representantes de la extrema izquierda, el separatismo extremo, el ecologismo extremo y la simpatía extrema por la ETA. Veintitrés son las formaciones con las que negocia el PSOE, según las cuentas que hacía ayer el coordinador general del PP, Elías Bendodo: Bildu, ERC, Junts, PNV, BGA y los 18 de Sumar (Podemos; IU donde se incrusta el PCE; Más Madrid, Más País; Compromís; Catalunya en Común; Chunta Aragonesista, Ara Més Baleares y sus marcas de Mallorca, Menorca e Ibiza, Verdes-Equo, Drago Canarias, Batzarre de Navarra, Alianza Verde, Izquierda Asturiana e Iniciativa del Pueblo Andaluz). En realidad ni ellos saben bien cuántos partidos integran Sumar. Pasa como con los ministros, que son tantos que ni se conocen entre ellos.

Y esta recua de siglas, este cóctel de sensibilidades, esta ensalada de ideologías va a decidir los destinos de los españoles durante los próximos cuatro años. A todos estos tendrá que darles lo suyo Sánchez, y lo hará encantado, porque ya sabe que somos tan tontos de capirote que no castigaremos sus desmanes en las urnas. Ya está comprobado. Nos hemos vuelto insensibles. Ya no nos escandaliza nada, ni siquiera que un prófugo sedicioso y malversador decida el Gobierno de la nación a la que intentó y seguirá intentando destruir.

Lo peor de esa nueva forma de entender la política impuesta por el sanchismo es que fue refrendada en las urnas el pasado 23 de julio. Si no fuera un insulto a los votantes, que están en su derecho de elegir la papeleta que les dé la gana, diría que en España ya hemos aceptado lo anormal, lo inconcebible y lo absurdo como animal de compañía.

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