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DE CALLE

Feijóo se queda corto

La prudencia del gallego le impide convocar una concentración abierta y multitudinaria como merece el 'golpe' sanchista

Domingo, 24 de septiembre 2023, 06:00

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Veinticinco autobuses cargos de militantes y simpatizantes del PP saldrán hoy de Castilla y León camino del mitin en el que Alberto Núñez Feijóo intentará sacarle los colores a Pedro Sánchez, misión imposible donde las haya, porque el presidente en funciones ha demostrado una irreductible insensibilidad ante cualquier intento de ponerle ante sus vergüenzas.

El presidente de los populares ha preferido ir sobre seguro montando un acto de partido en lugar de una concentración abierta a toda la ciudadanía indignada con las maniobras del sanchismo para conservar el poder. La elección del lugar, la plaza de Felipe II en Madrid, responde a ese miedo al riesgo: se llenará con los diez mil incondicionales que llegarán de toda España y aplaudirán a rabiar al gallego. No es un número elevado, teniendo en cuenta la magnitud del desafío a la democracia, a la convivencia y a la igualdad entre los españoles que está planteando Sánchez. Un 'golpe' contra la Constitución como el que supone la amnistía a los secesionistas catalanes merecería una manifestación multitudinaria, como las que se produjeron en su día contra ETA, pero no está el horno para bollos. La mayoría de esos millones de españoles que sienten una rabiosa indignación contra el nuevo Frankenstein y sus planes para desmontar las bases del Estado democrático están a la vez resignados ante un destino tan abyecto como ineludible. Solo los muy incondicionales del PP creen en un milagro capaz de apartar a España de la senda hacia el abismo por la que nos conduce Sánchez.

Dirá Feijóo hoy en Madrid que, pese a haber ganado las elecciones, no será presidente porque se ha negado a pagar el precio desorbitado exigido por los separatistas. Se hubiera negado si los del PNV y Junts hubieran llegado a pedirle algo, pero no ha habido lugar por los recogenueces vascos y los golpistas catalanes prefieren mil veces tratar con el del Falcon, conscientes de que a ningún otro presidente le van a arrancar tantas y tan inaceptables concesiones. El líder del PP podría haberles ofrecido competencias, inversiones y quitas de deuda, pero eso no es nada comparado con la amnistía y el referéndum que el inquilino de la Moncloa en funciones está dispuesto a otorgarles. Y además, hubiera sido incurrir en el mismo error en el que cayeron en su día tanto José María Aznar como Mariano Rajoy: sería engordar el monstruo nacionalista a costa de destruir el principio de igualdad de todos los españoles que defiende (se supone) el Partido Popular. Ninguno de los dos fue capaz de reconducir el Estado de las Autonomías convertido en un circo de privilegios para los más desleales. Por cierto, que Aznar y Rajoy estarán hoy en la plaza de Felipe II, pero no esperen de ellos ningún acto de contrición respecto a su equivocada estrategia de condescendencia con el separatismo.

La concentración de hoy en Madrid es necesaria y apoyarla es una obligación para todo español que ame a su país, pero se queda corta. Llegarán los diez mil, escucharán las críticas más duras contra Sánchez, aplaudirán con rabia y ahí quedará todo. No estarán quienes deberían estar: los socialistas cabales y sensatos que ya echaron una vez a Sánchez pero que ahora se limitan a propinarle pellizcos de monja. Y dentro de unas semanas, en el Congreso, no habrá cuatro diputados del PSOE dispuestos a votar en conciencia para evitar el Frankenstein. Lo decía hace unos días, con toda su buena intención y su inocencia, el diputado popular por Salamanca José Antonio Bermúdez de Castro: «Es legítimo que haya diputados socialistas que se planten». Pues sí, tan legítimo como impensable.

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