El beneficio de la amnistía
El encaje de la amnistía en la Constitución es imposible si admitimos que España es una democracia y no una dictarua
Interesante debate el recogido en LA GACETA el pasado viernes entre dos expertos en Derecho sobre la amnistía que Pedro Sánchez ha pactado con los golpistas catalanes. Los dos contendientes ofrecen visiones dispares por cuanto uno milita en el PP, Ángel Fernández Silva, concejal de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Salamanca, y el otro en el PSOE, José Luis Mateos, portavoz del Grupo Municipal Socialista.
El profesor asociado del Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad pone el dedo en la llaga cuando señala que «si Sánchez no necesitara a los independentistas para gobernar, no se plantearía la amnistía y ahora nos quiere hacer ver que es una medida beneficiosa». El experto del PP no lo dice así, pero está claro que la amnistía es muy beneficiosa, pero no para los españoles sino para el propio Sánchez. Y si los votos de Puigdemont no fueran la clave para la investidura, el perdón a los delincuentes catalanes no se habría planteado en ningún caso. Solo hace falta recordar con cuánto entusiasmo defendió el actual presidente en funciones del Gobierno la condena a los golpistas y con cuánta firmeza aseguró que les obligaría a cumplir íntegras sus condenas. Lo hizo con la misma convicción con que repitió una y mil veces que nunca pactaría con Bildu. Y ahora le vemos no solo pactando, sino tendiéndole la mano a los herederos de ETA, los mismos que defienden a los asesinos de casi un millar de españoles.
El otro profesor asociado, el señor Mateos, se mantiene en la zona tibia de la duda sobre la constitucionalidad de la amnistía. «La Constitución no la admite, pero tampoco la prohíbe». Cierto, como cierto es que la Constitución no prohíbe el supremacismo catalán ni el genocidio, pero sí deja claro que todos los españoles somos iguales ante la ley, y por tanto los autores de un golpe de Estado deben someterse a la justicia y pagar por sus graves delitos. El que Sánchez necesite el 'sí' de los diputados que representan a los golpistas no puede servir en ningún caso para librarles de la condena.
Da a entender Fernández Silva que la amnistía sería admisible si el PSOE la hubiera llevado en su programa electoral. Es una forma de verlo, pero me parece equivocada: aunque la hubieran votado nueve de cada diez españoles, se trata de una 'gracia' inadmisible en democracia. El perdón que supone borrar el delito solo se puede admitir cuando el régimen que ha impuesto la condena carece de legitimidad democrática. Amnistiar a Puigdemont y a toda la tropa de delincuentes que le acompaña significa reconocer que ellos son los demócratas y que España es una dictadura donde no existen garantías en la aplicación de la ley. Significa que los golpistas tenían razón y que el rey Felipe, los jueces y el Gobierno de España estaban equivocados. Supone entender, como dijo hace unos días el cara dura de Sánchez ante los asombrados mandatarios europeos, que el golpe de Estado en Cataluña fue una cuestión política que nunca debió llegar a los tribunales.
En técnica jurídica se puede argumentar todo, incluso que la tierra es plana, pero no lo es. Y esta amnistía que el sanchismo se dispone a hacernos tragar como si fuera una píldora edulcorada no es sino el pago miserable por el trono de la Moncloa.
Se aprobará y el Constitucional le dará el pase. No es que dudemos de la imparcialidad de los magistrados (algo impensable, según Mateos) sino que estamos seguros de que le harán el trabajo sucio a Sánchez.
Y lo peor de todo es que este atentado contra nuestra democracia no tendrá coste alguno para el autor, que verá recompensada su infamia con cuatro años más de mandato.