Sánchez debe dimitir
España merece un Gobierno decente, que respete las leyes y la Constitución y que no busque la impunidad. Necesita un líder capacitado para regenerar el país, y ese líder no puede ser Sánchez
La Gaceta
Viernes, 13 de junio 2025, 06:00
El informe de la UCO de la Guardia Civil conocido ayer confirma que la crisis en el Gobierno de Pedro Sánchez ha entrado en un punto de no retorno. El documento desenmascara una trama de corrupción que desangra la credibilidad del Ejecutivo y del Partido Socialista.
La investigación revela evidencias irrefutables de grabaciones, mensajes y testigos que describen cómo Santos Cerdán, número tres del PSOE y hombre de confianza de Sánchez, gestionó mordidas procedentes de adjudicaciones por 620.000 euros, y confirma el amaño de las primarias de 2014 en el PSOE.
Estamos ante una crisis sin precedentes por una corrupción organizada, sistemática y amparada desde las altas esferas del poder socialista.
Frente a esta avalancha de pruebas, la reacción de Sánchez ha sido una nueva tomadura de pelo, como si aceptar la dimisión de Cerdán, pedir disculpas a los españoles y encargar una auditoría externa pudieran frenar la ola de corrupción que le envuelve. La auditoría carece de cualquier atisbo de credibilidad y su petición de perdón es absolutamente impostada y representa tan solo una manera de diluir su responsabilidad y aferrarse como una lapa al poder.
Sánchez es incapaz de asumir las consecuencias políticas de los gravísimos hechos conocidos ayer, pero esta vez no basta con señalar culpables dentro del partido: la trama de corrupción convierte en insostenible la permanencia en el poder de quien ha nombrado a los corruptos y ha emprendido una batalla descarnada contra los jueces y los policías que le investigan y contra los medios de comunicación que informan de los casos de malversación de fondos, prevaricación, revelación de secretos y tráfico de influencias entre la familia y los más cercanos colaboradores del presidente. Porque la 'bomba' del informe de la UCO viene a sumarse a otros casos que manchan al entorno de Sánchez: desde las mascarillas de Ábalos y la trama Koldo, pasando por el escándalo de su fiscal general hasta las imputaciones del hermano y la investigación a su esposa, Begoña Gómez.
No estamos ante una crisis puntual sino ante el afloramiento de las cloacas que inundan la cúpula del Gobierno y del PSOE. Ministros como María Jesús Montero o Félix Bolaños han puesto la mano en el fuego y han declarado su amistad y su cercanía con Cerdán, lo que les coloca en una situación comprometida y el propio presidente expresó hace bien poco su «solidaridad con Santos Cerdán y su familia» y achacó «al acoso de ultraderechistas disfrazados de periodistas que no tienen cabida en una democracia» las informaciones sobre sus manejos.
Tras conocer el contenido del informe de la UCO, resulta inaceptable que Sánchez siga acogiéndose a una presunta campaña de «asedio de la oposición» y más aún que asegure que el PSOE es «un partido serio», como hizo ayer, cuando ha quedado demostrado que sus principales responsables amañan las elecciones internas y se confabulan para enriquecerse y disfrutar de todo tipo de placeres mediante el cobro de sobornos.
Feijóo pidió ayer con más razón que nunca el adelanto de elecciones, sobre la base incuestionable de que a todos estos presuntos corruptos «Sánchez los nombró y renovó su confianza siempre, incluso después de conocerse indicios sustanciales sobre su conducta».
Por todo ello Pedro Sánchez debe dimitir inmediatamente y convocar elecciones generales anticipadas.
España merece un Gobierno limpio y decente, que respete las leyes y la Constitución, que no busque la impunidad y que no nos mienta. Un líder que dé la cara, capacitado para emprender cuanto antes la regeneración que necesita este país. Y ese líder no puede ser, bajo ningún concepto, Pedro Sánchez.
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