La traición de Ayuso

Ya sé que lo que escribo a continuación va contracorriente, pero me arriesgaré. Cada vez tengo más claro que las mayorías absolutas disipan las entendederas de los políticos y anulan su sentido común, aflorando el pequeño o gran dictador o dictadora que llevan dentro.

Ya sucedió con Aznar durante su segunda legislatura y, después, a Rajoy en la primera. Del lado del PSOE, Sánchez no ha necesitado tener mayoría absoluta para que aflorase su componente de dictadorzuelo.

Ahora ha llegado el turno de Díaz Ayuso, que está siguiendo el mismo camino que su admirada Aguirre. Ayer hizo público su nuevo Gobierno y destaca que ha desaparecido el nombre de «agricultura» de la consejería que se ocupará de la política agraria. La denominación ahora es la de Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio e Interior.

Al frente ha situado a Carlos Novillo, que, eso sí, es ingeniero agrónomo, aunque se ha dedicado en los últimos años a los asuntos de interior y protección civil. Hasta ahora el nombre del departamento de la «cosa agraria» era Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura y al frente estaba Paloma Martín, una protegida de Ayuso, a la que ha mandado a la candidatura del Senado y de cuya gestión se puede decir que lo del campo ha sido irrelevante para ella.

Ha insistido Ayuso por activa y por pasiva que los agricultores y ganaderos son, no importantes, sino muy importantes, para su Gobierno, y que iban a estar en el centro de sus preocupaciones. En 2019, cuando comenzó su precampaña, su primer acto fue en una cooperativa de producción de aceite de oliva en Villarejo de Salvanés. Entonces prometió que, si llegaba a gobernar, su primera visita sería allí y que, si se volvía a presentar a las elecciones, su primer acto de campaña sería en sus instalaciones. Y así ha sido. Pero debe ser lo único que ha cumplido en materia de política agraria, porque del resto de sus promesas, incluido un instrumento que se llama el Plan Terra, mejor no hablar.

Vale que Madrid es una comunidad en la que el campo no tiene mucho peso, ni tampoco aporta muchos votos, pero lo del nombre es un símbolo y los símbolos en política también cuentan, como bien sabe Ayuso. No puede ir prometiendo su apoyo al campo y, en cuanto tiene mayoría absoluta, a las primeras de cambio, suprimir la palabra agricultura del nombre de la consejería correspondiente. ¿Quién se va a creer ahora sus promesas relacionadas con el campo?

P.D. Y del lado del sanchismo, no sé si reír o llorar. Ayer, su máximo exponente, Sánchez, «entrevistó» a su ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, el sanchista Luis Planas.

Y se dedicaron estos elogios: Planas a Sánchez «lograste lo imposible», refiriéndose a la negociación del dinero en Bruselas. Pedro Sánchez devolvió el cumplido a Planas diciendo lo siguiente: «eres una enciclopedia». ¡Señor, señor, dame paciencia!