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El video titulado “¡Viva el Rey!” defendía la Monarquía Parlamentaria que consagra nuestra Constitución, una Constitución democrática apoyada por primera vez por consenso político desde la derecha (Fraga) hasta la más extrema izquierda (Carrillo), incluido el nacionalismo catalán (Pujol)... pues bien, a los que aparecemos en el video se nos criticó no por las ideas que allí expresamos en favor del Rey, sino por ser viejos.

Fernando Savater, uno de los intelectuales que aparecen en el video, ha escrito a este respecto lo siguiente: “Mozart o Rimbaud podrían burlarse de las canas, ya que llegaron a la cima de su arte aún adolescentes, pero no parece el caso de nuestros críticos más conspicuos: al contrario, precisamente ellos deberían reverenciar la vejez porque con suerte y aprendizaje puede permitirles salir de la mediocridad...”.

Y uno se pregunta: ¿quiénes son estos jóvenes políticos que nos critican por ser viejos? ¿Qué formación profesional traen consigo? ¿Dónde han trabajado antes de ocupar sus actuales cargos políticos?

La respuesta ya la dio Péguy en sus versos de hace ya muchos años:

Revoluciones más viejas que los tronos progresos más gastados que la vieja costumbre.

En verdad, esos políticos recién llegados llevan en el caletre cosas tan viejas como el comunismo, esa plaga del siglo XX que ha asesinado a millones de personas (recordemos: Lenin, Stalin, Castro, Pol Pot, Mao Tse Tung) y llevado a sus países a la miseria y al desastre. El último en llegar a esa saga es un tal Maduro, un dictador tan ignorante como corrupto, que ha hundido a Venezuela en la miseria, expulsando a millones de venezolanos.

Esos jóvenes defienden ideas más viejas que la tos, además de incorporar a su bagaje político movimientos identitarios de carácter sectario completamente disparatados.

La discusión en torno a la validez de la Monarquía española esconde algo mucho más profundo, que es la destrucción del a Democracia actual derribando primero la Transición, que representó, antes de cualquier cosa, la Reconciliación Nacional. Es decir, el abrazo entre quienes habían perdido la guerra y quienes la habían ganado; una guerra que no acabó en el año 1939 sino que se alargó hasta la muerte del dictador (1975).

Y destruir la Democracia actual, ¿para crear qué? Pues para crear una España plurinacional, es decir, una España destrozada. A ver si nos aclaramos: confundir el nacionalismo con el progreso es confundir churras con merinas.

En fin, también lo recordaba Savater en palabra de Shakespeare: “La madurez lo es todo”. Pues eso.

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