El mito de las Bientocadas
El nombre de Bientocadas se viene diciendo que procede de haber existido en la citada calle un beaterio en que se distinguían sus pupilas por ... el primor en la colocación de la toca del hábito, lienzo almidonado, con el que cubrían la cabeza.
Si nos remitimos a Gil González Dávila en la “Historia de las Antigüedades de Salamanca”, 1606, nada dice de un convento de religiosas en el barrio del Conejal, pues ni siquiera da por existente la calle de Bientocadas. Bernardo Dorado en su “Compendio Histórico de la Ciudad de Salamanca”, 1776, tampoco hace referencia a ningún beaterio en las inmediaciones del Arco de la Madalena, que daba entrada al barrio que fue encomienda de la Orden de Calatrava, cuando la repoblación, cedida en 1219 a la Orden de Alcántara. El nombre de la calle de Bientocadas aparece en el siglo XVIII, según María Nieves Rupérez Almajano, en su “Urbanismo de Salamanca en el siglo XVIII”. Se ignora el motivo por el que Fernando Araújo, en “La Reina del Tormes”, 1884, la nombra como Conejal, si en 1858 ya aparece con la denominación de Bientocadas en el conocido plano de Francisco Coello.
Solo existió un cenobio en el barrio del Conejal, compuesto por religiosas. Se trataba de una institución francesa, fundada en 1867 por Juana Jugan, luego sor María de la Cruz, beatificada por Juan Pablo II el 3 de octubre de 1982 y canonizada el 11 de octubre de 2009 por Benedicto XVI. Era la Congregación de las Hermanitas de los Pobres, que confiadas únicamente en la Divina Providencia, (que siempre hace llegar a sus Casas lo necesario y suficiente para cumplir sus atenciones con los ancianos desvalidos), se establecieron en Salamanca el 24 de diciembre de 1872, llamadas por el obispo carmelita fray Joaquín Lluch y Garriga, con el tiempo Cardenal. Celebraron la primera misa en su capilla, en Padilleras, 15, para cuatro jóvenes monjas y la Superiora que habían llegado en diligencia el día 23.
El día de Navidad fue recibido el primer asilado, un pobre pintor francés al que llamarán Pedro José, aquejado de los síntomas de Alzheimer, aunque la enfermedad no fuera descrita por primera vez hasta 1906 por el profesor Alois Alzheimer. Era la casa que hacía esquina con la calle de El Arco, luego laboratorios del Instituto de Higiene Victoria de Iñigo Maldonado. Al poco tiempo pasaron a ocupar el palacio de las Cuatro Torres, adquirido en propiedad, en la Plaza de santa Eulalia, continuando hasta el 27 de agosto de 1917 en que inauguraron su actual residencia, junto a la Plaza de Toros.
Descartado el cenobio, el motivo de tal denominación se supone que sea el de que en la citada calle existió un lupanar y que las mujeres que lo habitaban, como es natural, ofrecían facilidades palpatorias a los varones que las frecuentaban.
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