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A las 7 de la tarde del 23 de agosto de 1885 abre sus puertas el nuevo café “Oporto”, cuyo dueño, el señor Blasco, que vive en la Plaza Mayor 38, 2º, obsequia a los clientes con exquisitos helados, tés, cafés, vinos y licores. Se encuentra situado en el número 55 del comienzo del tramo de la calle de la Rúa, que se ha abierto a partir de Palominos, para acceder a la Plaza de Anaya, derribando las casas que estorbaban.

Fue decorado y amueblado por la casa de Luis Huebra, (fundada en 1840), la vajilla era de porcelana de Sevres y el servicio de metal blanco fue suministrado por Anselmo Pérez Moneo, quien también aportó una magnífica farola obra de arte salida de las manos del inteligente y socio industrial Gumersindo Moro.

Por iniciativa del señor Huebra se convoca una reunión para constituir la Sociedad “Casino Ibérico”, nombrándose una Junta organizadora del mismo, que tendrá su asiento en la planta principal, también decorada por el Sr Huebra en lo que es un espléndido salón dotado de 11 espejos de exquisito gusto, lujosos divanes y bonitos candelabros y arañas, aparte de vistosas colgaduras y estupendos bronces, dándose el baile de inauguración el día 8 de setiembre con una orquesta dirigida por el maestro Arista. Nacen animadas tertulias literarias, cuya alma es el escritor Ramón Barco, destacando la celebrada como homenaje a Cervantes. También se dan conciertos de música clásica.

En enero de 1887 llama la atención diariamente en sus salones de billar el bonito juego del “Barrás”, nuevo por estos lares.

En el café tienen éxito las actuaciones de cante flamenco todas las noches, de 20:30 a 23:30, siendo tal la concurrencia que es imposible encontrar asiento, hasta el punto de necesitar el auxilio de agentes municipales y de orden público, que se sitúan a las puertas, para evitar cualquier atropello. En mayo de 1887 repone el café las sesiones de cante flamenco con un “cantaor” conocido y una nueva “cantaora”, pero es tal el declive del género que se encuentra ya próxima su desaparición.

En enero de 1888 se representan las obras: “Un mozo crúo”, “De Vicálvaro a la luna” y “El goloso y la golosa”.

El 3 de agosto de 1888 se celebra un concierto vocal e instrumental con el siguiente programa: Luces y sombras. Lobos marinos. Pascual Bailón. A la Patti. La Tempestad. Sueños de oro e intermedios de violín y coro y el día 6 se da un concierto extraordinario.

Traspasado por el Sr. Blasco, dada su precaria salud, se cierra el 2 de julio de 1890 y a los pocos días es reinaugurado como café “Restaurante de la Universidad” por Marcelino Chapado, que viene de ser cocinero en el Hotel de las Cuatro Estaciones, que ha suspendido pagos y dada su melomanía da diariamente conciertos, funciones de teatro, zarzuelas y variedades.

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