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El profesor Jesús M. de Miguel nos ha recordado hace poco -‘La sociedad tras el coronavirus’; Claves de la Razón Práctica. Enero/febrero 2021- que Edgar Morin está vivo, tiene 99 años y acaba de publicar un libro: “Cambiemos de vía: Las lecciones del coronavirus” (Denöel, París, 2020). Lo ha escrito en compañía de su actual esposa, la marroquí Sabah Abouessalam

En realidad, el apellido original de autor no es Morin, sino Nahoum (de ascendencia sefardí). Morin cambió su apellido al entrar en la resistencia anti nazi y tiene tras de sí una vida intelectualmente tan brillante como compleja y, según él, la pandemia es parte de la aventura de vivir y también de morir. “Un minúsculo virus ha creado un cataclismo mundial”, pero no es cuestión de volver a la “aparente normalidad” sino de reformar profundamente la política, el Estado, la democracia... e incluso la civilización.

Morin se pregunta: “¿Qué va a pasar tras la covid? La pandemia es una ocasión para reflexionar sobre la vida propia. Revela que todos tenemos un destino común, a ser posible solidario. Los tres objetivos fundamentales deberían ser: la regeneración política y la democracia, la protección del planeta y la humanización de la sociedad”.

La solución es una cierta desglobalización, poniendo coto al desarrollo por el desarrollo. Y es necesaria una re-democratización de los sistemas políticos, sobre todo poner freno a los Estados neo autoritarios.

Según el veterano escritor, en varios países los presidentes o jefes de Estado son unos irresponsables, pues algunos consideran que la covid no es más que una gripe o un catarro y que no hay que tomar medidas, ni llevar mascarillas, ni confinar a la población. Son los países que ahora sufren más la pandemia, con más muertos. Morin no cita a España, pero da la impresión de que está pensando en Pedro Sánchez y en Salvador Illa.

Me siento muy a gusto cuando este viejo sabio nos pide no utilizar el avión, no contaminar el medio ambiente. Promover la peatonalización de las ciudades, el uso de bicicletas, transportes públicos y trenes eléctricos. Recuperar como públicos muchos servicios sociales y sanitarios, pagar mejores salarios al personal sanitario a todos los niveles (limpiadoras y celadores también) y mejorar sus condiciones de trabajo.

Hacen falta políticas públicas más efectivas en la lucha contra la pobreza, especialmente contra la pobreza femenina e infantil. Una nueva solidaridad ciudadana se hace necesaria.

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