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Desleales

Sábado, 7 de marzo 2020, 04:00

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El fin de semana está informativamente dominado por el Día Internacional de la Mujer y por el COVID-19. En las noticias acabo de ver ... juntos los dos protagonistas: una mujer sola, valiente, estrechando manos. La reina Sofía, sin guantes ni mascarilla, se ha plantado en el Cristo de Medinaceli -como el besapiés de nuestro Rescatado-, y le ha dado su regia mano a todo fraile, cofrade, paisano que ha querido, sin pedir antiséptico alguno. La reina Emérita no ha puesto distancia, despego, ha estado cercana, por no decir arriesgada. Adolfo Suárez fue el primer político de la transición en borrar distancias, cautivar acercándose. Solís Ruiz había sido la distante “sonrisa del régimen”. El abulense abrazaba. En su primera visita a Francia, Giscard d’Estaing, aquel soberbio y antipático presidente, le hizo saber, vía protocolaria, que -por favor-, en el saludo no le tomara con la izquierda por encima del codo, como solía hacer Adolfo para chocar la mano. Sin embargo, la educación y el protocolo, en las cumbres y encuentros, exigen aparentar cordialidad. La usual escena de las escalerillas de Moncloa con Sánchez reteniendo y sacudiendo ciertas manos de invitados (Casado mismo), posando para los fotógrafos, es todo un poema.

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