De mal en peor
Aunque las previsiones electorales que publica el CIS sean sospechosas, sin embargo hay una parte de la última encuesta que sí detecta lo que está ... pasando. Se obtienen de ella dos conclusiones: la primera, hasta qué punto la política se ha divorciado por completo de la realidad del país y de las preocupaciones que tiene la sociedad; la segunda, que la política, el coronavirus y la crisis económica son los tres problemas más graves del país, según piensan nuestros compatriotas.
A parecidas conclusiones llega el analista José Antonio Gómez Yáñez (Universidad Carlos III) cuando afirma que desde la moción de censura la política española ha quedado atada a la entropía (la tendencia de las estructuras humanas a hacerse cada vez menos ordenadas). Baste decir que a mediados de octubre la presión sobre la renovación del CGPJ ha llegado a la Comisión Europea, que la ha rechazado con firmeza. La política española parece incapaz de resolver los problemas que ella misma crea (incluyendo la crónica insurrección institucional en Cataluña), pero sí consigue generar otros nuevos problemas. Se puede decir sin miedo a equivocarse que el Gobierno carece de estrategias y opera por reflejos tácticos.
En efecto, el PSOE ha sido reducido a un instrumento de Sánchez y ya sólo es una etiqueta. Carece de un análisis de los problemas del país, de un cerebro económico que imponga un rumbo y sus políticas interior y exterior están en manos de personas ajenas al partido, con tres jueces en Justicia, Interior y Defensa que han sido miembros del CGPJ y circulan sin problema de un poder a otro. No puede ser que haya jueces de ida y vuelta. Hay que prohibirlo.
Por otra parte, los independentistas catalanes siguen en sus trece (“lo volveremos a hacer”) concentrados ahora en la liberación de los dirigentes condenados por sedición y en una Mesa Bilateral al margen de las instituciones que permita negociarlo todo. Estas demandas se mezclarán con todos los episodios que requieran su apoyo en las Cortes. A la entropía de la política española tal vez se la puede denominar “catalanización”. Por su parte, el PNV, con el PSE satelizado, mantiene su hegemonía en el País Vasco, lo que garantiza tensiones a medio plazo. En la política nacional, la imagen del PNV se ha arruinado, ya no es un socio fiable, pero sigue siendo un apoyo necesario, siendo, como es, un partido de aprovechados que nos saquean (no pagan ni un euro del déficit que generan sus pensiones).
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión