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Pues nada, que ya tenemos el real decreto con unas medidas para el ahorro energético perfectamente dialogadas y consensuadas. Han sido un diálogo y un consenso al peculiar estilo de Pedro Sánchez. “Hemos estado en contacto con las autonomías y con los sectores y ayer el Gobierno se ha sentado con los consejeros”, explicó el célebre pasajero del Falcon. Por tanto ha habido diálogo.

El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico lanzó su decreto hace días, sin consultar a nadie, y la ministra Teresa Ribera se ha negado ahora a introducir la más mínima modificación. Y en eso consiste el diálogo y el consenso al estilo sanchista: yo gobierno por decreto sin encomendarme ni a dios ni al diablo y los demás decís amén o seréis considerados insolidarios y antipatriotas.

La reunión de ayer en la Conferencia Sectorial fue un sonoro despilfarro de tiempo para decenas de responsables autonómicos que, junto a sus asesores, se habían preparado para presentar objeciones, propuestas y mejoras al decretazo del “apagón”. Ni les resolvieron las muchas dudas que ofrece un texto chapucero plagado de inconcreciones, ni les concedieron más tiempo para poder aportar sugerencias al texto. El decreto se aplica tal cual, y el que quiera que recurra al Constitucional, que ya dentro de unos años sabremos a qué atenernos.

Las medidas de la ministra Ribera no convencen a nadie, pero ayer los representantes de los gobiernos regionales socialistas y los de sus socios separatistas se mordieron la lengua y comulgaron con la enorme piedra de molino del decreto, mientras los del centro derecha patalearon todo lo que pudieron, ciertamente en vano.

El nivel de cabreo de los del PP y de Vox es alto, pero tiene sus grados. Tenemos, por ejemplo, a la Junta de Alfonso Fernández Mañueco que sacó ayer un tímido comunicado, muy en la “línea Feijoy” (Rajoy-Feijóo), defendiendo la modificación del decreto para apostar más por incentivos al ahorro que por las sanciones millonarias que prevé el Gobierno para quien se deje la luz encendida o baje un poquito de más el aire acondicionado.

Tenemos también a los hombres y mujeres de Isabel Díaz Ayuso que directamente piden la devolución a los corrales del texto “electricida” y que además anuncian el envío del decreto al Tribunal Constitucional.

Y en el nivel de cabreo más alto encontramos a los representantes de Vox, que, como el consejero de Industria, Comercio y Empleo de Castilla y León, no ahorran en ‘piropos’ a la hora de calificar la reunión, el decreto y al propio Sánchez. La Conferencia Sectorial fue un encuentro inútil, para justificar que se ha dialogado pero sin dialogar, el texto es un “decretazo” que genera alarma en los ciudadanos y en los negocios afectados, y a Sánchez le consideran un “falso ecologeta”. No está mal tirado en ninguno de los tres casos.

Donde ya no acierta tanto el consejero Mariano Veganzones es cuando anuncia que la Junta estudiará recurrir el decreto al Constitucional. Error: es mucho mejor que sean los letrados de la Comunidad de Madrid los que gasten tiempo y dinero en un pleito que todos sabemos que no lleva a ninguna parte. ¿Que pasaría si dentro de uno o dos años llega el Alto Tribunal y sentencia que el “apagón” es inconstitucional porque invade competencias autonómicas? ¿Y qué? Cuántas veces no se ha saltado la Constitución Pedro el del Falcon en los dos últimos años y ahí sigue, gobernando a golpe de decreto y disfrutando de las olas.

A lo que debería dedicarse la Junta de Mañueco a partir de ahora es ayudar a comerciantes y hosteleros que se van a ver obligados a invertir en su negocio a resultas del fervor climático del Gobierno sanchista. Porque, aparte de su peculiar manera de consensuar, Sánchez tiene otra manía preocupante: le encanta invitar y que otros paguen. Su batallón de ministros aporta las ocurrencias y los españoles pagamos el pato.

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