Cambio climático y cambio político
Sábado, 30 de noviembre 2019, 04:00
El próximo otoño hará un siglo que nació Miguel Delibes, acontecimiento declarado de excepcional interés público, como aquí lo fueron la capitalidad europea, Salamanca 2005 ... Plaza Mayor de Europa, y el VIII Centenario de la USAL. Empezado el año Delibes, y a las puertas de la Cumbre Mundial del Clima en Madrid, me parece insoslayable citar “Un mundo que agoniza”, preparado por el vallisoletano andariego, cazador a rabo, ciclista, excepcional escritor y amante de la naturaleza, para su ingreso en la Real Academia de la Lengua. Ofrecía un cuadro desolador del futuro y terminaba: “Yo gritaría ahora mismo como el protagonista de una conocida canción americana”. Delibes gritó: “¡Que paren la Tierra, quiero apearme!”. Faltaban muchos años para que naciera Greta Thunberg, y nos reprochara que estamos robando el futuro a nuestros hijos.
El columnista está de cambios hasta la coronilla, y dentro de poco vuelve ese simpático Papá Noel, de nula tradición, cuando no las Magas de la víbora de Carmena. Sabemos desde Heráclito que nadie se baña dos veces en el mismo río, pero hemos visto tantos que dan ganas de decir ¡coño, basta!, o apearse en marcha, como Delibes. El viejo maestro peluquero del Casino, cuando Ortega filosofó sobre la posible aparición de coletas en los Urales —el “peligro amarillo”—, decía con gracia, tras haber visto películas con chinitos tirando del riksha: “A mí lo que me jode es que me pongan a tirar de un carrito de esos...”.
Uno comprende que el mundo ni puede ni debe pararse, pero habiendo vivido la Transición, única y ejemplar, que es la que, junto a los Pactos de la Moncloa, ha dado a España el periodo de paz y prosperidad más largo de su historia, lleva mal eso que venden los adanes, granujas, malandras, apátridas... que llaman “segunda transición”. No saben ni de qué se trata, pero a mí me suena clamorosamente a una desmembración en “naciones”, o si ustedes prefieren Reinos de taifas —tan hispanos—, por no recordar la Primera República con su ridículo desmadre, en que la nación de Jumilla declaraba la guerra a Murcia. El cambio, a peor.
“¿Pero qué es el cambio?”. Ésa es la pregunta simple que le hizo Pepe Oneto a Felipe González, cuando el lema electoral del PSOE, que ganó por mayoría absoluta, rezaba: “Por el cambio”. La respuesta fue más simple aún: “Que España funcione”. El ahora jarrón chino acaba de declarar en Argentina sentirse “incómodo” por la política de bloques (más imperfecta que el bipartidismo), que “está abriendo nuestra propia grieta”. Hemos pasado del turnismo PSOE-PP, a una jaula de grillos en que se puede imponer la dictadura de las minorías —comunistas, etarras, separatistas, presidiarios y demás calaña—, porque el señorito de la Moncloa, en mi pueblo un genuino bandarras, quiere seguir a toda costa y va a meter en el Gobierno de España, por vez primera desde la IIª República, a los comunistas, como si no supiéramos cómo acaban todos los países que sientan a Marx en la mesa del Consejo de Ministros.
Una dictadura de las minorías es la que va a imponer la supresión de la Misa de la televisión; la que pretendió que desaparecieran todos los Santiagos “Matamoros” de nuestros retablos; la que le acaba de pedir a Paco de la Torre, ese gran alcalde de Málaga, que quite de la Calle Larios los motivos religiosos que adornan su Navidad. Paco ha replicado que cuando él viaja a países árabes no pide que retiren sus símbolos. Al contrario que el responsable de un College de Cambridge, al que dos, solo dos estudiantes veganos, le han exigido, ¡y han logrado!, que se retire del comedor un formidable bodegón del flamenco Snyders (XVII), con volatería, caza... porque hiere su sensibilidad.
En Salamanca deberíamos avergonzarnos porque nuestras vacas (más de 350.000), ovejas, caballos... se peen a diario y se quedan tan a gusto, ignorando que el metano que lanzan al aire contamina la atmósfera y contribuye al cambio climático. Esperemos que la niña Greta, que viene navegando, no nos pida su degollina (sobre esta cuestión, desde que Paco Novelty firmó aquí una estupenda columna titulada “Lo pedos de nuestras vacas”, no tengo más que añadir).
Un inquietud me asalta. Que Pedro Sánchez, que va a chupar cámara y protagonismo mundial durante la larga cumbre, se vea acosado por las intolerables exigencias de Rufián, sus compadres y comadres, e inflado su ego por la organización, las imágenes, el discurso “mundial” que alguno de sus socios de Equo le estará preparando, decida convocar terceras elecciones. No sabemos de lo que es capaz este impresentable frescales. Merece una inmensa pedorreta... sin metano, claro.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión