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La cuenta atrás de 9 días, que ahora parece eterna para verse sobre el tartán violeta de París y correr el 800 de su vida para Lorena Martín, condensa el trabajo de toda una vida. Que tuvo un punto de inflexión, en 2018, con su vuelta de Estados Unidos: «Me lo quiero tomar en serio. Voy a volver a España y quiero que me entrenes tú», le dijo a Uriel Reguero, uno de los grandes cracks preparando el medio fondo. Acababa de cumplir 23 años y hoy, casi un lustro después, roza con la yema de los dedos cumplir el sueño que solo una treintena de deportistas locales ha logrado a lo largo de los tiempos: ser olímpica.
«Trabajar con ella todo este tiempo ha sido espectacular», se deshace el preparador, que también lo es de su máxima 'rival' en la pista, Lorea Ibarzabal, con quien comparte no sólo convocatoria olímpica. «Cuando tienes dos deportistas de tan altísimo nivel, es complicado para un entrenador, porque las dos quieren lo mismo, son ultra competitivas, y especialmente inteligentes, bueno ahí no descubro nada las dos son licenciadas de manera brillante, tienen másters.... Hay días en los que tengo que decir: venga, una por la mañana y otros por la tarde. La experiencia ha sido tan intensa como gratificante».
Las de Uriel Reguero, por tanto, son las manos que impulsaron definitivamente a Lorena Martín a cumplir un sueño detrás de otro. En otras palabras, su gurú. «¿Así que vas en serio? Pues lo primero que tenemos que hacer es ganar el Nacional sub23, que es algo que no has hecho», le dijo de vuelta el técnico que tiene fijada su base de operaciones en Valladolid. Y lo fue.
«Acaba tus estudios, cierra la temporada en América y vamos a ver qué sacamos», continúo la frase que visto lo visto, tuvo tantísimo sentido: Europeos y Mundiales bajo techo y el aire libre, una marca detrás de otra... hasta desembarcar en la ciudad del Sena con el pebetero en llamas. Que son lo máximo para cualquier deportista; pero, especialmente, en atletismo. «Casi todo lo que se le pone por delante lo acaba consiguiendo: su carrera ha sido un trayecto de lágrimas y risas. Como en cualquier deportista, las lesiones han sido una pena, porque con continuidad hubiéramos llegado antes al alto nivel en el que ahora está», concluye.
Cuando Lorena Martín cayó en el círculo negro de las lesiones, Uriel se zambulló de lleno en la compleja mente del deportista caído. «Fue una época muy dura, pero lo ves ahora con ese punto de orgullo, de que lo que ha hecho ha sido algo espectacular: todo empezó con una primera operación, por un mal diagnóstico, en el nervio de baxter —que se ubica en el talón—; cuando parecía que todo estaba encaminado, volvió una nueva lesión que nos dejó el tiempo justísimo. Pero Lorena tiene un hambre descomunal: un día te dice que no y al día siguiente te esperas que venga con la adrenalina de conseguir cosas disparadas, como así era y ha sido. Lo de los Juegos lo veía difícil y ahí está. Echando la vista atrás que es cuando es fácil hablar, veo que todo nos ha merecido la pena, a pesar de lo lento que ha sido».
Llegados a este punto de no retorno, desde luego que hay un antes y un después en la vida del deportista tras los Juegos. «En su caso va a ser el descanso, ha dado un año y medio increíble para conseguir todo lo que ha logrado. La temporada que viene va a ser distinta, aunque ya me ha hablado de marzo... Pero todos necesitamos un respiro». ¿Y de cara a los Juegos, qué? «El 800 femenino va a estar reñidísimo, pero yo le veo muchas opciones de pasar a semifinales. Luego ya la final es otra historia, hay 5 atletas muy superiores y esto no es como el fútbol que con la pizarra puede cambiar el partido. Pero per como vienen, están y su trayectoria pueden estar luchando por todo».
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