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Unionistas cerró el pasado sábado en el estadio Johan Cruyff una temporada de auténtico infarto que se saldó finalmente con la permanencia de los salmantinos en Primera Federación, pese a la derrota ante el filial del Barcelona, gracias a los resultados en otros campos. El final del partido no solo resultó en la salvación de los charros, también, en el comienzo del proyecto de cara a la próxima campaña.
El futuro de nombres claves en la planificación deportiva parece estar más que definido. Una de esas salidas está en el banquillo. José Luis Acciari, a falta de oficialidad por parte de la entidad blanquinegra, no estará a los mandos de Unionistas. Sin embargo, el técnico argentino se lleva «un buen sabor de boca» por haber logrado el objetivo que le puso la directiva y por cambiar el rumbo de «un equipo en caída libre que acabó compitiendo con un carácter diferencial» para mantener la categoría.
Todo apunta, como usted sabe, que con el pitido final ante el Barça B no solo terminó la temporada, también su paso por Unionistas.
—La verdad que me voy contento y en paz. Con el cuerpo en paz porque al final pudimos mantener la categoría que era lo importante para que este club y esta hermosa ciudad estén donde mínimo se merecen.
Como entrenador, ¿había sentido una sensación similar al saber que había logrado la permanencia?
—Con el segundo gol de la Ponferradina fue una relajación inmensa y mucha alegría porque no es fácil pelear por no descender. La cabeza, y el cuerpo, no está limpia en cada jugador y el miedo a fallar, el miedo a intentar cosas, se reduce a ese nerviosismo. No es lo mismo jugar en las jornadas 3, 4, 5, 10 o 15, donde la confianza es alta y uno no tiene miedo a fallar, que en la jornada 36, 37 en la 38 donde no puedes fallar porque te están jugando el descenso. Pero, bueno, el equipo pudo mantener la categoría y estoy muy feliz.
Usted nos reiteraba en las ruedas de prensa que Unionistas se mantendría. ¿Hasta dónde 'jugaba' con la mentalidad de los chicos, o creía firmemente en ellos?
—Mira, asumo que el día del Nástic de Tarragona fueron dos días entrenando y en ese partido fui más un alineador que un entrenador, porque no tuve tiempo de trabajar. El equipo venía con una mentalidad muy frágil, cada golpe que recibía era un mazazo. Entonces nos marcamos primero recuperar al equipo mentalmente y construir un equipo sólido defensivamente. Los chicos habían encajado 8 goles en los últimos tres partidos, pero nunca tuve dudas de que el equipo se iba a salvar por lo que fui viendo en el día a día.
Ese trabajo para recuperar al jugador puede ser uno de sus logros, que el aficionado no ve por no estar en el día a día.
—Exacto. La gente normal termina valorando todo a nivel de resultados, y lo comprendo perfectamente, pero yo valoro mucho esta salvación del equipo porque los chicos venían en caída libre, sobre todo porque tenían la mentalidad muy frágil. Fuimos haciendo, junto con el cuerpo técnico, un trabajo a nivel de darle seguridad al jugador en el campo. Era tratar todos los días de mentalizarlos porque el equipo tenía que estar preparado para luchar hasta el último partido y el último minuto.
¿Es esa su mayor victoria durante su paso por Unionistas?
—No es fácil parar esa hemorragia de poca confianza del equipo, y valoro igual el trabajo que hicieron todos los jugadores porque no es sencilla esta situación. Es una responsabilidad muy grande jugar esos partidos por el miedo a fallar y por el miedo a descender.
Escuchándole, pese al final, dice adiós muy satisfecho.
—Me voy con una sensación muy positiva a nivel de afición, que permanentemente la gente está apoyando a su club, y se vio en estos momentos de dificultad. Siempre estuvo con el equipo. Nosotros pudimos, con pocas semanas, ayudar a que el equipo siga creciendo en una categoría siempre complicada como es la Primera Federación. Digo adiós con un muy buen sabor de boca por haber cumplido el reto de cuando me firmaron el presidente, director deportivo y el secretario técnico. El único objetivo era tratar de poder mantener la categoría, y por suerte lo pudimos conseguir, entonces me voy con una paz interior.
Por su experiencia dentro y fuera del campo, ¿será uno de esos años donde el club termina aprendiendo de lo vivido?
—Un club se forja su historia no siempre con momentos buenos, sino con momentos también malos. Y por el lado de la afición se ha confirmado que siempre van a respaldar al equipo. Con cómo está involucrado los aficionados con el equipo, eso en muchos momentos te da puntos, te da fuerza y te hace competir muy bien. Al final, igual no estás en igualdad de condiciones por el presupuesto, pero lo contrarrestas con el apoyo de los aficionados. Ha sido una sensación muy bonita el haber vivido desde adentro lo que es Unionista de Salamanca.
Por tanto, ¿cómo resumiría José Luis Acciari su paso por la ciudad del Tormes?
—Estoy contento con la mentalidad que les pude trasmitir a los jugadores, de competir en casa y fuera. Y es lo que me llevo, más allá de poder ganar, perder o empatar, los chicos compitieron con una agresividad y con un carácter diferente a por ejemplo mi primer partido contra el Nástic de Tarragona, o lo que venía viendo antes. Por eso estoy y estaré muy agradecidos con todos.
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