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Andrés Monje cambió la fábrica de tejas en Alba de Tormes por ganadería y agricultura. Hace algo más de 15 de años dejó las vacas lecheras «porque era imposible seguir con eso». Ahora tiene claro que no volvería a tener porque «al precio que está ahora la leche, no sacas ni para los costes», dice. Ahora ha decidido diversificar la explotación y tiene «algo» de agricultura, pero una importante cabaña ganadera con cerdos, vacas de campo y cebadero de terneros.
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Susana Magdaleno
Entre todo, tiene claro que de lo que se puede vivir ahora es del ganado. «De las tierras, no», dice. Pero eso este año porque el pasado recuerda que con la paja a 160 euros/tonelada, era «imposible. El año pasado no ganamos dinero, todo pérdidas. Y, además, no se cogió cosecha, de paja nada pero tampoco de grano. Este año al menos habrá paja». La paja que produce en su explotación va para la ganadería porque cada año la necesita para cama de los cerdos y, además, necesita comprar. Calcula que para los cerdos consume cerca de 3.000 paquetes de paja, de unos 300 kilos cada uno y solo para cama.
Está en los dos lados, en el del ganadero y en el del agricultor, y cuenta que comprende que si la paja está a 48 euros la tonelada, «por debajo de ese precio a lo mejor al que la tiene no le merece la pena vender porque le cuesta más empacarla y los gastos que tiene que lo que te van a dar por ella. Este año está todo barrido del año pasado pero si la dejaran en la tierra será porque no les compensa el precio por lo que vale hacer el paquete, amontonarla, cargarla...»
Esta campaña apenas ha empezado a cosechar pero por lo que ve y le cuentan cree que la cosecha de cereal no será «muy allá». Apunta a que sale menos de lo que muchos esperaban, con la peculiaridad de la desigualdad entre las parcelas, con sitios en el mismo término con muy buena cosecha y otros, con muy mala.
Ve que no hay optimismo en el campo porque los costes suelen superar a los ingresos. Además, Andrés explica que el movimiento económico que exige es muy alto, y habla del coste del mineral, del gasóil, de «hierros» para sembrar... Tiene claro que, en principio, no le gustaría que su hijo siguiera con la agricultura y la ganadería. «Quiere ser ingeniero agrónomo y va a empezar este año la carrera. Yo lo que le he dicho es que si puede, que no se meta aquí y eso que tenemos mucho trabajo, pero es así de claro. Yo no soy muy mayor pero veo que es imposible tener ganancias porque los costes siempre son mayores», explica.
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