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Hipólito y, al fondo, algunas de sus gallinas de raza castellana negra.

El ganadero salmantino que lucha por salvar la gallina de Colón

Es de los pocos criaderos en la provincia de esta raza

Jueves, 11 de enero 2024, 18:13

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Hipólito Atuse es de los pocos criadores de gallinas de raza castellana negra que quedan en Salamanca (son cuatro y el Ayuntamiento de Morille, con un censo total de 200 ejemplares). Y no será porque la raza no es atractiva por su belleza. O porque no sea una raza histórica: era la gallina favorita de Isabel la Católica y la que se llevó Colón a América. O no esté pegada a la tierra, porque es la raza de Castilla.

Ocurre que en un momento de auge de gallineros en las casas de campo, quienes apuestan por tener gallinas suelen decantarse por aquellas más ponedoras y la castellana negra no está entre ese grupo.

Si una gallina ponedora produce 300 huevos, la castellana negra no llega a 100. Al menos es la producción media que apunta Hipólito después de 10 años de experiencia en su cría, que es al aire libre. En su caso tiene ahora 20 gallinas castellanas negras con sus dos gallos y las cría en una parcela porque él ve que es una raza que agradece la libertad. Es una gallina que, a diferencia de otras, se da sus vuelos, se sube a los árboles y es rústica y fuerte, lo que le permite defenderse mejor de enemigos como los zorros. Por la noche se meten en el gallinero y ese resguardo les permite sobrevivir también al frío del invierno de Salamanca.

«Lo que ocurre -explica Hipólito- es que son gallinas que apenas tienen producción y la gente busca otras que estén todo el día poniendo. Luego el huevo es muy bueno pero también es más pequeño que el de otras y a nivel de negocio no compensa: por eso se está perdiendo», dice.

Hace unos años surgió la Asociación Ganeca para promocionar esta raza y también con el objetivo de mejorarla, con la selección de las más ponedoras. Sí hay gallinas de esta raza que ahora superan los 260 huevos al año pero, aún así, están a mucha distancia de esas con las que compiten y que llegan a superar los 360.

Hipólito tiene claro que, pese a todo, sus gallinas serán siempre de raza castellana negra. Y por un motivo, el de contribuir a que no se pierdan. «Para mí la producción no es lo importante: es mantener la raza y evitar que llegue a desaparecer», cuenta. La raza castellana negra está reconocida desde 2008 como en peligro de extinción.

Para él, las gallinas de raza castellana negra tiene casi la consideración de mascotas. Salen a recibirle cuando llega y le regalan escenas curiosas, como las de los gallos abriendo el camino de una comitiva de gallinas y pollitos o la de ese variado grupo siguiéndole a él porque saben que acude con pienso. Para cruzar sangre, cada determinado tiempo refresca la explotación con huevos de la Asociación Ganeca.

La gallina de raza castellana puede convivir con otras de otras razas porque su carácter es tranquilo.

Como para Hipólito no es una prioridad que ponga huevos, están en su explotación 5 ó 6 años, cuando en otras razas, para mantener la producción de huevos, a los 2 años ya se quitan. Como el resto de gallinas, cuando más ponen es en verano y primavera y comienzan la puesta a partir de los 9 meses, pero depende del clima. «Luego tienen épocas de descanso», advierte Hipólito, que señala que uno de ellos coincide con el cambio de pluma al acabar el verano. No se plantea aumentar el número ni, por supuesto, quitarlas.

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