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El Muro de las Lamentaciones y la explanada de las Mezquitas en Jerusalén. FOTOS: PABLO MONTES
Israel, mucho más que la Tierra Santa

Israel, mucho más que la Tierra Santa

En Israel puedes flotar en el mar Muerto, ‘buscar a Nemo’ en el mar Rojo o desmelenarte en Tel Aviv

Miércoles, 10 de julio 2019, 13:11

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Las calles se estrechan hasta convertirse en una especie de túneles. Entre tiendas de suvenires y un constante trasiego de turistas te puedes cruzar con un enlutado ultraortodoxo judío, una mujer con el hiyab o un franciscano camino del Santo Sepulcro. En un palmo de terreno, los cristianos se emocionan ante el lugar en el que descansó el cadáver de Jesús; los judíos suplican a Dios en el Muro de las Lamentaciones y los musulmanes acuden a la llamada del rezo en la Explanada de las Mezquitas. Estamos en Jerusalén. Estamos en Tierra Santa. La ciudad sagrada para las tres grandes religiones monoteístas es el gran atractivo de un viaje a Israel. Una experiencia que trasciende a las creencias. La Ciudad Vieja, arropada por sus infranqueables murallas, acoge una mezcolanza que, en ocasiones, se vuelve explosiva, pero que no deja indiferente. Tres días son perfectos para poder llevarse una buena radiografía de Jerusalén. Porque al margen de los grandes símbolos religiosos, merece la pena desplazarse hasta el Museo del Holocausto y dedicar una jornada a la ciudad palestina de Belén con su basílica de la Natividad.

Muchos de los viajes a Israel tienen ese lógico componente religioso e incluyen otros enclaves bíblicos como Nazaret y su moderna basílica de la Anunciación y el entorno del lago Tiberiades. Pero el estado hebreo es mucho más que la tierra más santa del mundo. Un viaje de una semana permite recorrer, además de Jerusalén, otros lugares sorprendentes. Uno de ellos es el mar Muerto. Es el punto más profundo del planeta (algo más de 400 metros por debajo del nivel del mar) donde la vida es inexistente y los cuerpos flotan en un agua diez veces más salada que la que los océanos. El jardín botánico de Ein Gedi, un oasis natural que surge de la nada en el árido desierto de Judea, es el mejor enclave para vivir la experiencia de intentar sumergirnos en un lugar único en el mundo.

Israel es tierra de contrastes. De un mar muerto, a otro lleno de vida. En el extremo sur se encuentra la única salida que tiene el país al mar Rojo. Encajonada entre Egipto y Jordania se encuentra la festiva y turística ciudad de Eilat. Lo mejor que ofrece son las cristalinas aguas de un mar donde la vida explota con un sinfín de peces multicolores de los que se puede disfrutar simplemente haciendo esnórquel.

Y por último hacemos otro salto de mares. Del Rojo al Mediterráneo. La interminable costa de Israel al Mare Nostrum nos regala joyas como la ciudad de Haifa y sus jardines Bahai; la histórica Acre y las ruinas romanas de Cesarea, que pisó el mismísimo Poncio Pilato, como se ha descubierto recientemente. Y por su puesto la capital del país, Tel Aviv. Una de las ciudades más cosmopolitas y libertarias del mundo que contrasta con la ‘santidad’ de Jerusalén.

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