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La Feria de 2024 se sitúa casi en lo más alto de la tabla en el porcentaje resultante entre los toros lidiados en La Glorieta y trofeos cortados. El ciclo de este año (con 26 trofeos conseguidos de los 72 posibles) se sitúa en segundo lugar igualando las marcas del serial de 2016 y a solo tres puntos de la marca de 2017 que sigue manteniéndose en lo alto de la tabla: 30 trofeos de los 76 posibles (39'49%). Pese a esa distancia en cuanto a trofeos en una y otra Feria se igualó el número de toreros por la puerta grande: once en cada uno. Este año la salida a hombros la soborearon Jesús de la Calzada (dos orejas), Enrique Ponce (2), Perera (2), Talavante (2), Roca Rey (2), Pablo Aguado (2), Ismael Martín (3) y Borja Jiménez por partida doble (4), además de los rejoneadores Sergio Galán (2) y Diego Ventura (3).
Esta Feria registró unas marcas superiores a las de 2023, en el que con el mismo número de festejos (seis y seis astados en cada uno) se cortó un trofeo más: 25 el año pasado y 26 éste; sin embargo, este salieron a hombros cuatro toreros más.
Las once salidas a hombros de este año se sitúan en la mayor marca de las 24 ferias celebradas (en 2020 no hubo por el coronavirus). Iguala a la conseguidas en 2012 y 2017, y supera en una a las diez de 2008. Son las únicas cuatro ferias en lo que va de siglo en las que las puertas grandes alcanzaron los dos dígitos.
En el lado opuesto de salidas a hombros y trofeos conseguidos, Salamanca tuvo su peor registro en 2005 cuando solo se cortaron 14 trofeos de los 108 posibles en un ciclo de nueve festejos, tres más de los celebrados en las tres últimas ediciones. En aquella de 2005 solo salieron a hombros el entonces novillero Iker Cobo, El Fandi entre los matadores toros y Andy Cartagena entre los rejoneadores.De las nueve funciones de aquel abono dos se cerraron en blanco y tres con una sola oreja.
De entonces a hoy se ha disparado el triunfalismo, sobre todo, del parón de la pandemia en adelante, con un público más dadivoso que se percibe no solo en Salamanca sino en un contexto generalizado del país e incluso en plazas de la importancia de Madrid y Sevilla, donde en los últimos cuatro años se lograron salidas a hombros que antes de la pandemia hubieran sido impensables, cuando la exigencia era mucho mayor.
No hubo torero en la Feria que más y más cerca se pasara los toros que Borja Jiménez, que fue mucho más que el triunfador numérico del serial. Y ahí, y así, marcó las diferencias y potenció el recuerdo de las buenas sensaciones de todo lo que sucedió en el ruedo de La Glorieta en las seis tardes de abono. Se le premió con el rigor y la exigencia que, sin embargo, no tuvo ni el público ni el palco en el resto de los capítulos de la Feria. Cuatro orejas, una de cada uno de los toros que estoqueó, porque con su primera puerta grande se ganó la sustitución de Morante de la Puebla en el cierre del ciclo. En la primera y en la última faena alcanzó sus mayores y más intensas cotas; porque con Banderillero, su primer toro de Vellosino, cuajó los naturales más intensos, vibrantes y puros de todo el abono; y con el Sosito de Olga Jiménez, quinto de la concurso en la que quedó fuera de juego por su renuncio al caballo antes de sacar la intensidad, la emoción y la vibración, todo apoyado en la mansa condición que no disimuló en ningún momento, Borja Jiménez plantó cara con firmeza y determinación. En este y en aquel el ajuste primó sobre todo y por eso cautivó más que nadie.
Suya fue la Feria en la que el momento de mayor pasión y efervescencia lo consiguió Ismael Martín, en el tercio de banderillas ante el toro de Espioja, con el que se echó el cierre al serial. Levantó al público de los asientos como nadie lo había hecho antes y después de haberse convertido en la gran revelación, cuando en el tercero de Garcigrande enterró los pies en el suelo para solventar con valor y sinceridad las carencias técnicas que su inexperiencia —llegó a La Glorieta con cuatro corridas de toros tras su alternativa en junio en Burgos— le impidió para acertar con la tecla de la movilidad incierta del toro de Garcigrande. A base de valor se convirtió en la nueva ilusión del aficionado charro.
Entre ellos dos se estrecturaron los argumentos de la Feria, por uno y otro asunto. Fueron más los trofeos y las puertas grandes que los recuerdos de buen toreo. Por encima de las orejas quedó el toreo exquisito de Pablo Aguado, con intermitencia pero todo con sabor, asiento y pureza. De capa y de muleta. Suya fue, además, una de las mejores estocadas de Feria, con la que remachó la puerta grande de la tarde estelar. Esa jornada Roca Rey había tratado con autoridad a un manso Comandante al que, en el refugio de los terrenos del sol, también había rematado de manera contundente. Eso fue, la contundencia, lo que le faltó a Talavante con Querido, el excelso Toro de Oro, al que no terminó de cuajar como merecía, por dos motivos fundamentales: le faltó ajuste y compromiso para dar el paso de verdad que sí dio Borja Jiménez; y porque le faltó la solemnidad y despaciosidad con el que debería haber tratado a un toro de tanta categoría. Pareció el ideal para que aquello, más que un triunfo sin apenas recuerdo, hubiera sido un acontecimiento con una repercusión mucho más allá de La Glorieta.
Enrique Ponce plantó cara con sinceridad a la desbravada condición de Salinero, al que no acabó de someter como merecía de inicio, a cambio de su movimiento, y con él firmó una faena vibrante y emotiva en la que el toro pareció más bravo lo que fue. Más allá de la emoción, tuvo el mérito de taparle los defectos y su falta de entrega. Lo firmó la tarde en la que le entregó el relevo a Marco Pérez en su presentación en La Glorieta. Menos con la espada la tarde fue un prodigio, por cómo se impuso a sus oponentes de CarmenLorenzo. Su primero no trajo alegrías, insulso y soso, y con él se inventó todo para darle forma y lograr de cada muletazo un acontecimiento. Siempre buscó las líneas curvas y el trazo más puro de los pases. La suavidad fue superlativa y, el conjunto sumó más que todo lo que hizo pase a pase. Se fue a la tremenda a por el sexto, metiéndose en terrenos imposibles para ofrecerle todo cuando ya se había agotado su buena condición. Con la espada descalabró la bien ganada puerta grande pero no el grato recuerdo de su toreo.
Raquel Martín dejó media docena de naturales de bello sabor la tarde en la que se convirtió en la primera mujer que toreaba en un festejo mayor en la más que centenaria historia de la Feria. Jesús de la Calzada saboreó la primera puerta grande del serial; Miguel Ángel Perera estuvo pulcro, técnico y frío con un Tiestero espléndido de Vellosino; la mala suerte se cebó con Emilio de Justo; pasó sin huella Javier Zulueta; Manzanares trató con delicadeza al Botijero de Capea pero le faltó el compromiso de las cercanías para darle la categoría a lo que allí sucedió. Esa fue la clave para que la balanza de la Feria se inclinara hacia el lado de los dos matadores de toros que se presentaron de manera feliz en La Glorieta.
Todos y cada uno de los festejos celebrados en la última Feria se cerraron con al menos un torero por la puerta grande. Se abrió los seis días del abono de la misma manera que sucedió en las seis tardes del ciclo de 2023 e igualmente que pasó en el serial de 2022. Tres ferias consecutivas con pleno de puertas grandes. Así, la última tarde que se registró en La Glorieta sin que se abriera ese ansiado umbral tuvo lugar en la última de abono de 2021, en función del 21 de septiembre en la que actuaron Guillermo Hermoso de Mendoza, El Juli y Alejandro Marcos (que tras la gran faena a Gandillito de Galache, el Toro de Oro de aquel año, sustituyó a Pablo Aguado) ante toros de Garcigrande. Cada uno de los dos diestros a pie cortó un trofeo. Aquella Feria de 2021 en la que se celebraron cinco festejos (cuatro corridas de toros y una novillada picada) se abrió la puerta grande en tres funciones.De esta manera, de los 23 festejos celebrados en La Glorieta desde el parón que provocó la pandemia del coronavirus (2020) se abrió la puerta grande para al menos un torero en 21 ocasiones:la citada de Guillermo Hermoso, El Juli y Marcos y la novillada picada de aquel serial con Antonio Grande, DiegoSan Román y Manuel Diosleguarde como protagonistas ante un encierro de utreros de La Ventana del Puerto.
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