Un reencuentro para la historia
«Está genial, muy recuperado. Me transmitió lo mismo que en la plaza», se deshace en elogios hacia 'Lolito' Raquel Martín, a quien visita en Espioja tras escribir la brillante página de ser la primera mujer que indulta un astado en España: «Cuando me lo dijeron, no me lo podía creer»
El ruido del motor del coche aplasta la nana de chicharras que ya se empieza a escuchar a la hora de la siesta por Campo de Ledesma. Es la tarde: algo de polvo y las primeras moscas. La tropa de novillos de Lorenzo Rodríguez, que se encuentra apartada en uno de los cercados más próximos a las casas ganaderas de Espioja, se agita al escuchar los movimientos de la palanca de cambios. Se abre la portera. Y, de nuevo, 'Lolito' —número 13, negro de capa— y Raquel Martín se vuelven a ver las caras, frente a frente, tras la gran página firmada por ambos en el coso de Ledesma este pasado 22 de junio, en el duelo ganadero programado como plato fuerte de las fiestas del Corpus.
«Está fenomenal, muy recuperado. Llegó a correr por el corral», se deshace al recordarlo la novillera salmantina tras ver al utrero convertido en Don Manuel —como lo rebautizó en su crónica Javier Lorenzo—. «Fue increíble, porque me transmitió lo mismo que en la plaza. Y me dio tranquilidad. No sé, ha sido algo intensísimo», describe muy emocionada.
Y no es para menos. Esa página de Ledesma, que podría pasar por un indulto más de los muchos que sacuden la piel de toro en estos días, pasará a la historia como el primero llevado a cabo por una mujer dentro del circuito mayor de las novilladas y las corridas de toros. «Sí, ahí queda para mí. Es algo que me dijeron en la furgoneta nada más acabar el festejo y que no me creía, pero hemos estado investigando y, al menos en España, soy la primera…».
Por su cabeza no pasaba que 'Lolito', ni ninguno de los novillos que le han tocado en suerte desde que debutó con los del castoreño el 4 de marzo de 2022 en la plaza extremeña de Olivenza, acabaría de vuelta en el campo como así sucedió en Ledesma, firmando una pequeña muesca dentro de la inmensa historia de la tauromaquia. La confesión sale natural al ser preguntada por cuándo decidió que debía reencontrarse con el novillo: «No pensaba en indultar un novillo nunca… ¡imagínate pensar en visitarlo!», exclama con la voz muy firme.
Más allá de la anécdota (o no), queda lo que de verdad le ha dado 'Lolito' a Raquel Martín y viceversa: «En mi bajo nivel, me ha hecho crecer de verdad. No ha pasado casi tiempo, pero he vuelto a hacer campo después de ese día y me veo mejor», se revuelve la novillera de Salamanca, que no se vestía de luces desde el pasado 13 de septiembre de 2024 en La Glorieta. Doscientos ochenta y dos días de banquillo —en los que solo toreó de corto en Ciudad Rodrigo y la francesa Garlin— que se olvidaron de un plumazo en la primera embestida del novillo de Espioja: «Es que le abrí el capote, ganándole para atrás, y ya sentí un chispazo. Me dije: 'Como siga así, va a ser de bandera'. Le pegué lances y llegué a los medios, y ya quería coger la muleta», se agita al recordarlo.
«Luego ya recuerdo todo como en una nube. Disfruté tanto que no fui consciente de lo que se estaba formando en torno al novillo, hasta que desde el callejón la cuadrilla me dijo: 'Sigue, que lo indultas'. Y, precisamente, era lo único que quería: seguir toreando, porque cada muletazo fue especial. Cuando cojo la espada es cuando veo el revuelo, miro al palco… y ya estaba el pañuelo naranja asomado. Lo siguiente que hice fue mirar al cielo y…».
Y hasta este lunes, ocho días después de la gloria, y tras dar unas cuantas vueltas al corral donde descansa con el coche, esa mirada al infinito de Raquel Martín volvió a fijarse en 'Lolito', ya apartado de los becerros que le escoltan. La novillera se quitó las gafas de sol, se remangó las mangas de la blusa rosa que vestía y abrió la puerta del copiloto del coche en el que se había introducido en el cerrado. Ni con el primero ni ya con los dos pies en el suelo el utrero hizo un solo extraño: «Me esperó con la misma tranquilidad». Y, a cuerpo limpio, se volvieron a decir exactamente lo mismo que en la plaza: «Así lo sentí».
A la espera de cerrar contratos tras Ledesma
Tras Ledesma, lo único seguro que tiene Raquel Martín es que seguirá entrenando. «Está todo un poco frío», asegura la novillera salmantina sobre el verano que se le presenta, aunque mantiene un hilo cierto de optimismo: «Agosto y septiembre son los meses con más actividad de novilladas, y veremos cómo se dan las cosas», afirma. El pasado curso lo cerró con tres tardes vestida de luces.
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