El milagro de Ismael Martín
El diestro de Cantalpino firmó una faena de asiento, mimo y temple a Vellosino al que desorejó en un golpe de autoridad. Valor de San Román, Damián Castaño acabó en la enfermería
Javier Lorenzo
Salamanca
Sábado, 13 de septiembre 2025, 23:07
-
LA GLORIETA 13/09/25 Un tercio de entrada. Unos 4.000 espectadores. Tarde veraniega
-
GANADERÍA 6 toros de Vellosino (Manuel Núñez Elvira), de muy desigual presencia. Inválido el 1º;con fondo el 2º; noble el 3º y 4º, deslucidos 5º y 6º.
-
TOREROS
-
Damián Castaño (blanco y Plata) Pinchazo y estocada (saludos);y tendida y descabello (saludos)
-
Diego San Román (blanco y Oro) Estocada y dos descabellos (saludos tras aviso);y estocada (saludos).
-
Ismael Martín (sangre de toro y Oro) Gran estocada (dos orejas) y pinchazo y estocada (oreja tras aviso).
La faena de Ismael Martín a Gincanillo tuvo su misterio. Por la cantidad de registros que alcanzó, por cómo le dio forma y por la manera en la que pulsó las teclas precisas para encontrar el premio. Antes de que mostrara su abanta condición de salida Ismael Martín le endilgó una larga cambiada de rodillas en el tercio. Pero no estuvo ahí el mérito, tampoco en el quite de oro con el capote a la espalda con el que sacó al toro del caballo en un puyazo en el que El Legionario se agarró con destreza cuando el pupilo de Vellosino se fue al relance del galleo por chicuelinas con el que lo burlaba Ismael. No pasó de cumplidor el toro bajo el peto. El mérito de Ismael tampoco estuvo en un tercio de banderillas que fue creciendo en intensidad sin llegar a la explosión que alcanzó el año pasado en este ruedo. Sin embargo, la gente tampoco valoró los tres pares hasta que, en el tercero, activó la moviola para alcanzar el embroque y a partir de ahí correr para atrás dándole su pecho a los pitones hasta parar al toro. El mérito llegó después, aunque todo lo anterior también sumó.
El pulso, trazo, temple de la faena. La altura perfecta del enganche, la exigencia increscendo, la manera de descubrir que el tesoro estaba en el pitón izquierdo y exprimirlo al ralentí. Abrió la obra con un farol de rodillas casi pegado a tablas y luego se salió más allá de las rayas del picar, para comenzar a descifrar el misterio que encontró rápido: el son de la embestida en un pectoral con el que cerró la primera tanda. Solo se equivocó una vez, al tratar de alargar el metraje de la segunda serie, más de lo que podía, y pedía, el toro entonces, porque aún no había sacado a la luz su fondo. El pozo de esa nobleza peculiar y propia de los Vellosino. Ese toro noble y flojo al que se sostiene con exigencia y mimo a la vez. Mientras a otros hay que aliviarles en los muletazos, a estos es al contrario. Hay que apretarles, exigirles y poderles. Pero todo con el temple y la dulzura en el trazo del pase. Un misterio. Y así lo hizo Ismael Martín que pareció sacar escuadra y cartabón para deletrear el toreo al natural. El toro era pronto y feble, e Ismael optó por la media distancia para aprovechar las inercias a partir de esa segunda tanda. Entre medias de cada una, tiempos y pausas para administrar esa despensa dorada. En el tercer envite ya era suya la faena y el toro. Primero en línea y sin forzar, con una suavidad exquisita; en la siguiente el temple hizo sostener las embestidas para empezar a forzarlas y apretarlas cada vez más. Y ahí ya lo gozó a lo grande porque el toro enseñó y entregó sin reservas sus virtudes. Tanto lo gozó que no le dio importancia en un pase de las flores en el que sufrió un achuchón, pero lo enmendó con un molinete arrebatado para que aquel despiste quedara en segundo plano. Cuando volvió a la derecha ya estaba por ahí el toro agotado y ahí surgió otro detalle mayor, que a este torero le funciona la cabeza delante del toro, para exprimir las últimas embestidas por el pitón izquierdo en un circular por la espalda en el que nadie creía más que él. Aunque para crecencia y fe la que tiene Ismael Martín con la espada. No le temblaron las piernas, no le entraron las prisas, se cuadró con Gincanillo y se lanzó con una tremenda rectitud detrás de la espada para enterrarla en lo alto hasta las cintas. Del embroque salió el toro de Vellosino con la muerte en lo alto y, de inmediato, cayó a sus pies. Las dos orejas fueron de ley.
Fue el punto álgido de un encierro denso, grandullón, pesado y pasado de kilos. Y viejo. Con dos toros que pasaron los 600 kilos, con uno que se quedó a uno de esa barrera; y con cuatro cinqueños. De estos Vigarro, el imponente toro de 645 que asustaba por todo, por su altura, por su cuajo, por su largo esqueleto y por sus astifinísimas defensas, estaba a solo un mes de cumplir los ¡6 años! Nada que ver con las redondas defensas con las que apareció el primero —astillado ya en el desenjaule— y que se convirtieron en brochas cuando remató con saña en el burladero del 8 antes de empezar la faena Castaño.
Diego San Román trató con valor estoico, sincero y solvente al toraco Vigarro segundo, en trasteo de mérito, exposición y fondo. Y se excedió con el vulgarón Madrileño cuando no había nada que hacer. Nada tuvo que ver este con el Toro de Oro de 2023.Damián Castaño salió maltrecho de su tarde más esperada. Se fue a recibir a Jilguerito a porta gayola , y tuvo que tirarse al suelo en el embroque para librar la acometida pero no logró que los 659 kilos de toro marcaran su espalda con un pezuñazo que ya lo dejó grogui el resto de función. Con este, dolorido y maltrecho, trató de gustarse más que de romper y tirar para adelante las embestidas. Le costó sostener en pie a los dos. Y el insulso y noblón toro que abrió la tarde, si le aliviaba se defendía y si le exigía se derrumbaba.
Casi todos los toros tuvieron su misterio, de ahí el milagro de Ismael Martín, que fue el que más partido sacó, y que con apenas una docena de corridas de toros y catorce meses de alternativa desvelara aquel sudoku propio de toreros de mayor rodaje y experiencia que de quien acaba de romper el cascarón. La oreja del sexto tuvo menos valor, pero el conjunto de la tarde fue la mejor reivindicación ante una empresa que anunció en el cartel pobre a quien fue el triunfador de la Feria de 2024.