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PLAZA DE TOROS DE VALENCIA Octavo festejo de la feria de Fallas en tarde entoldada y de molesto viento. Media entrada en los tendidos.
GANADERÍA 6 toros de JUAN PEDRO DOMECQ (1º, 2º y 6º), de excelente calidad el 1º, ovacionado en el arrastre, bravo el 2º;y exigente el imponente 6º. 2 de PUERTO DE SAN LORENZO (3º y 4º), de gran juego el terciado 3º;con carácter y fortaleza el 4º; y 1 de LA VENTANA DEL PUERTO (5º), deslucido.
DIESTROS
CAYETANO (GROSELLA Y ORO) Metisaca defectuoso y estocada trasera(ovación con saludos tras aviso); y estocada rematada con un descabello (silencio).
JUAN ORTEGA (PALO ROSA Y ORO) Pinchazo y estocada (ovación); y estocada (palmas).
BORJA JIMÉNEZ (AZUL REY Y ORO) Estocada (oreja); y media estocada tendida y descabello (vuelta al ruedo tras petición y aviso).
Muy en corto, muy en corto. Muy en corto cogió el capote de la esclavina Juan Ortega, muy corto citó la embestida de Poderoso, un toro de Juan Pedro Domecq, que se templó de maravilla y muy pronto en el capote del sevillano, que lo bordó a la verónica en el saludo con una interpretación prodigiosa. Al ralentí, con las manos muy bajas, ganándole pasos, dándole a la siguiente verónica, ligadas todas, mayor categoría que a la anterior. Ortega lo bordó en una obra cumbre. Soberbia. Tan despacio lo toreó que daba tiempo a saborear y a relamerse en cada una de las obras de arte que fueron todos y cada uno de los siete lances y medio del saludo. La faena de muleta se desarrolló con la ilusión de descubrir en cada muletazo un acontecimiento; y resultó intermitente; con pasajes bellísimos y demasiados tropezados que rompieron la continuidad de los sabrosísimos detalles. En estos segundos puso sobre la mesa su carácter el toro y su condición de bravo. No lo fue el quinto de La Ventana, donde no hubo continuación ni al sueño capotero ni tampoco siquiera a los detalles de la muleta.
Fue ganando en compromiso a medida que avanzó la faena Cayetano ante el primero, que resultó excelente. Destacó una tanda con la diestra tras una primera parte en la que primó más la distancia y la falta de ceñimiento. A falta de cuajar el toro como merecía, Cayetano tiró de raza en el epílogo con las dos rodillas en tierra para encadenar los molinetes y caldear el ambiente que antes no caldeó con el toreo fundamental cuando el toro le embistió a placer. Otra de las cumbres en el apartado ganadero de la feria, esta vez el toro no tuvo suerte en el sorteo. En el epílogo de este primer capítulo hubo un detalle de distinción y categoría, el de Gómez Pascual para apuntillar al toro: cuadrado entre los pitones, recogido el capote, rodilla en tierra asestó un certero cachetazo. Después, cuando Cayetano salió a recoger la ovación, hizo un amago para arrancar la vuelta al ruedo que se antojaba inapropiada, el público se lo recriminó dictando así sentencia de que aquello no fue como hubiera merecido. En el cuarto arreció más aún el viento, incomodó a Cayetano, desconfiado ante un Servicillo comprometido y costoso que no se terminó de ver.
Asentado, seguro y confiado, Borja Jiménez toreó a placer a Cuba, de Puerto de San Lorenzo, que no llegó a los límites de presencia y seriedad de un coso de primera, pero que resultó de un juego excelente. La firmeza y el aplomo de Jiménez sirvió para poner en efervescencia una actitud y entrega que caló pronto y bien en la parroquia por su autoridad, aplomo y seguridad. Cuajó una tanda rotunda con la derecha en las postrimerías del trasteo, antes de coger el acero, que tuvo además la virtud de la precisión y la oportunidad de saber concluir a tiempo. La firmeza que tuvo con el noble tercero, la planteó también con el bravo e incierto sexto. Toro de examen y exigente, tremendamente serio y desafiante. Buscó el toreo en curva en exigentes, mandones y comprometidos naturales de mano muy baja. Exposición y entrega máxima para afianzar el triunfo. Se lanzó sin red, terminó encunado entre los pitones en desplante al descubierto y tirando el engaño al suelo. Dejó media estocada, se alargó la agonía del toro y se diluyó una puerta grande que mereció y tuvo en la mano hasta el último aliento. La acarició después de casi conquistarla de manera legítima y sincera.
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