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Nunca es tarde para encontrar el amor (o eso dicen), por ello, en el programa de Cuatro, 'First Dates', se dan cita personas de todas las edades, nacionalidades y orientaciones sexuales para encontrar a su media naranja.
Desde Salamanca llegaba al programa Luis Casillas con la mejor disposición, ataviado con un tamboril y una gaita para embelesar a la mujer que compartiría cena con este hombre divorciado de 71 años y con dos hijos.
«La gaita y el tamboril son dos instrumentos inseparables», explicaba el músico, que interpretó una jota para que acompañar la entrada de María José, su compañera aquella noche, otra salmantina, divorciada, jubilada y de 70 años, y con una inocencia que le permitiría creerse «que hay un burro volando».
Para que una mujer pueda tocar la melodía al compás del ritmo tomborilero del corazón de Luis, debe cumplir una serie de cualidades entre las que se encuentras ser una persona «normal, sensible y femenina».
Aunque parece que esta romántica fusión musical tuvo lugar desde el momento en el que Maria José se animó a bailar la jota charra que hacía sonar Luis y, tras darse dos besos, este le reconocío que era «muy guapa».
La sorpresa de María José al descubrir que su cita le recibe con una jota salmantina: se pone a bailar al ritmo de la canción #FirstDates12Nhttps://t.co/zZulSUzPVV
— First Dates (@firstdates_tv) November 12, 2024
Para María José, Luis tampoco le fue indiferente, ya que según ella iba «bien afeitadito, con pelo», y, como única pega, con «un poco de barriga».
A partir de ahí todo fue rodado entre ambos: se gustaban, eran de la misma ciudad y prácticamente compartían edad, por lo que sólo quedaba comprobar su compatibilidad en cuanto a gustos y personalidades.
El espírtu activo del charro, que recorría andando entre 10 y 12 kilómetros todos los días, parecía gustarle a la de la dependienta jubilada, ya que así, una persona «perezosa» como ella, se animaría más a hacer deporte.
Entre los gustos de María José se encontraban el cine y la lectura, aunque no los viajes largos, ya que los trayectos en avión se le hacían muy pesados; algo en lo que llegó a un acuerdo con Luis, que había hecho recientemente un viaje a Asturias y tenía programado otro a Munich próximamente, por lo que pactaron que los viajes cortos sí que podían ser un buen plan para hacer en pareja.
Después del físico y las aficiones llega el turno del sexo, el último ingrediente para que una relación romática funcione. La primera en pronunciarse a este respecto fue María José, que expresó que cree que eso se va viendo «sobre la marcha», ya que «con 70 años 'eso' no está como para que te la metan», así que ella prefiere que no le pregunten si le gusta «a cuatro patas o de otra forma».
Luis también comparte la opinión de que el sexo no es como el amor y sí que hay una edad a la que se deja de practicarlo (al menos a menudo): «Correr y joder no los dejes para la vejez», afirmaba el salmantino.
Y es que ambos creen que esta edad se busca más «cariño que otra cosa», y a pesar de que la luz de la lámpara de la mesa se fundiese, la llama del amor permanecía encendida, al punto de que María José confesó sentirse atraída por Luis tanto con luz como sin ella, y el haber conectado tanto con una «una buena persona» le emocionó hasta terminar con los ojos llenos de lágrimas, ya que afirmaba que «nunca se había encontrado un hombre así».
Después de que Luis invitase a la cena y María José le prometiera invitar a la siguiente, los concursantes decidieron volver a tener una segunda cita, ya que ambos se habían gustado mucho mutuamente, por lo que, sin más dilación, salieron juntos de la mano a tomarse una copa en otro sitio.
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