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Patricia Ramírez durante la rueda de prensa. EUROPA PRESS
El caso de Topas no es el único: investigan a dos trabajadores de Brieva por privilegios a Ana Julia Quezada a cambio de sexo

El caso de Topas no es el único: investigan a dos trabajadores de Brieva por privilegios a Ana Julia Quezada a cambio de sexo

La denuncia de Patricia Ramírez, la madre del niño Gabriel, destapó el escándalo en el penal de Ávila

M. C.

Salamanca

Jueves, 8 de mayo 2025, 18:38

La investigación por presunta agresión sexual a una interna en la cárcel de Topas no es el único caso que esta semana pone bajo los focos a los centros penitenciarios de Castilla y León. En la prisión de Brieva (Ávila), donde cumple condena Ana Julia Quezada, la asesina del niño Gabriel Cruz, un juzgado investiga a dos trabajadores por un presunto delito de cohecho. Ambos habrían recibido favores sexuales a cambio de trato de favor hacia la interna más mediática del penal.

El caso ha estallado tras las denuncias públicas de Patricia Ramírez, madre del pequeño Gabriel. Este miércoles, ha comparecido en rueda de prensa en Almería para exigir protección institucional y denunciar amenazas directas desde el interior de la prisión. «A ella se le ha oído decir que me quiere matar. Lo ha dicho delante de otras internas», ha declarado. También ha alertado de un entorno de impunidad donde, según afirma, se usan móviles para grabar vídeos sexuales, se preparan documentales e incluso se chantajea a otras reclusas.

Las pesquisas de la Guardia Civil apuntan a que los trabajadores implicados, uno de baja y otro ya jubilado, podrían haber proporcionado móviles, privilegios y un trato preferente a Quezada, quien, según el excapellán del penal, le confesó que se marchaba «para el norte». Instituciones Penitenciarias ha reconocido la investigación, no ha confirmado aún si se han aplicado medidas disciplinarias.

El estallido simultáneo de ambos escándalos -el de Brieva y el de Topas- en cárceles de Castilla y León revela un patrón preocupante. A ambos lados del sistema penitenciario, internas vulnerables -o con poder mediático- parecen estar en el centro de tramas de favores sexuales, móviles ocultos y ausencia de control real. La coincidencia temporal de las denuncias reabre el debate sobre qué está fallando y sobre la soledad de las víctimas: «Nadie me atiende, nadie me protege, nadie actúa», lamenta Patricia Ramírez.

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