«Las motos no son un juguete»
En la época veraniega aumentan los desplazamiento en moto y se registran más incidentes mortales. El salmantino David Plaza sufrió un accidente en junio cuando circulaba por La Covatilla: «Al principio no podía ni comer solo. Volví a nacer»
En la época estival las carreteras salmantinas se llenan de motos, y por consiguiente, aumenta el número de accidentes de vehículos de dos ruedas dejando vidas humanas, tragedias familiares y sueños rotos. En 2024, 17 personas perdieron la vida, entre ellos dos motoristas en Machacón y en La Calzada de Béjar, en julio y agosto respectivamente.
Postrado en su cama revive el accidente que le cambió la vida el pasado domingo, 22 de junio, en plena ruta motera por La Covatilla en la Sierra de Béjar. «Estoy en casa tirando como puedo», cuenta el joven motorista David Plaza mientras repasa con voz pausada los detalles de un siniestro que, por fortuna, no tuvo consecuencias aún más graves.
Aquel mediodía sobre las 13:00 horas, el salmantino bajaba la montaña junto a su hermano tras hacer unas fotografías con su motocicleta— una Zontes de 125cc—, cuando volvió a nacer. «Estábamos bajando cuando cogí más desde dentro una curva de izquierdas y me escupió. Había un poste o baliza para medir la nieve justo en mi trazada. Intenté esquivarlo, pero al final volé unos 15 metros dando vueltas de campana». Su hermano, testigo directo, vivió el susto de su vida.
Nunca perdió la consciencia: «Noté el golpe, como volaba, como impacté… Al principio no me movía... Mi hermano vino corriendo, asustado, preguntándome si podía mover los dedos. Intenté incorporarme, pero no podía. Tengo el húmero proximal totalmente roto, separado de la cabeza del hueso. Además, me rompí un dedo de la mano, dos metatarsos del pie y me abrasé las rodillas y el codo, a pesar de llevar ropa de moto».
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Minutos después llegó la Guardia Civil y la ambulancia. El accidente del joven no fue el único, pues otros motoristas que subían confundieron a David con un amigo y también sufrieron una caída, aumentando el caos en la carretera.
David destaca la saturación en el Hospital de Salamanca debido al aumento de accidentes de tráfico en verano: «No había sitio en el servicio de Traumatología y primero me llevaron a Cirugía General. En planta, el personal sanitario estaba desbordado y apenas había camas. Me operaron el martes para ponerme una placa con tornillos y el jueves ya me dieron el alta».
La vuelta a casa tampoco fue sencilla: «Pedimos una ambulancia para que me subiera a casa, pero al final, fue mi seguro quien me ayudó». Ahora, David depende de su familia para casi todo. «Al principio era como un bebé grande, no podía ni incorporarme, ni comer... Poco a poco voy ganando fuerza, pero la recuperación será lenta. Mínimo unos dos o tres meses de baja, más la rehabilitación...».
A pesar del susto, no descarta volver a subirse a una moto, aunque reconoce que su familia está aterrada. «Llevo solo dos meses con ella y me han pedido que no la vuelva a coger», expresa el joven. Para él las motos le aportan «sensación de libertad y adrenalina», pero insiste en que son peligrosas: «No son un juguete, hay que tenerlas respeto y hay que cumplir las señales de tráfico. Además, si tienes poca experiencia hay que ir con más cuidado y prudencia», reitera a otros conductores tras tu experiencia.
Mientras se enfrenta a la recuperación, David reflexiona sobre la fragilidad de la vida y la importancia de la prudencia en la carretera. Su historia es un recordatorio de los riesgos del verano para los motoristas y de la presión que vive la sanidad pública en épocas de alta demanda. «Dicen que existen dos tipos de motoristas: los que se han caído y los que se van a caer. Yo pensé que no me caería, pero ahora lo entiendo todo», concluye el motorista.
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