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Imagen del juicio celebrado en la Audiencia Provincial.
El mirobrigense acusado de maltratar a su esposa durante 40 años, condenado a un año de prisión

El mirobrigense acusado de maltratar a su esposa durante 40 años, condenado a un año de prisión

También deberá indemnizar con 2.000 euros a la víctima y mantener un alejamiento no inferior a 200 metros durante tres años

Viernes, 15 de octubre 2021, 22:49

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La Audiencia Provincial de Salamanca ha condenado a un año de prisión por un delito de maltrato psíquico habitual en el ámbito familiar al vecino de Ciudad Rodrigo juzgado el pasado mes de julio por maltratar a su esposa durante los 40 años que llevaban de matrimonio. El alto tribunal salmantino le impone además una orden de alejamiento de la víctima de un mínimo de 200 metrosdurante tres años, un año de privación de tenencia y porte de armas y que indemnice a la mujer con 2.000 euros por los perjuicios y daños morales ocasionados. Durante el juicio, que se celebró el pasado mes de julio, el acusado negó las acusaciones asegurando que “todo era mentira”.

El fiscal pedía la absolución para el acusado, de iniciales L.G.V., porque estimaba que los hechos de los que se le acusaba no estaban ni mucho menos acreditados, frente a lo que la acusación particular llegaba a pedirle una condena de 14 años de prisión: 4 años por un delito de violencia psicológica habitual y 10 años por un delito de agresión sexual. Finalmente la sentencia le condena a solo un año por un delito de maltrato habitual psíquico en el ámbito familiar y le absuelve del delito de delito de agresión y/o abuso sexual.

La sentencia aún no es firme y contra la misma cabe recurso.

El tribunal considera probado en su sentencia que L.G.V. se encontraba casado con la víctima hasta fechas recientes. Llevaban más de 40 años de relación conyugal y hasta su divorcio siempre habían residido juntos en el domicilio familiar situado en Ciudad Rodrigo, y habían tenido tres hijos.

Un año y medio o dos años antes de su separación y una vez que el procesado había sido prejubilado por lo que empezó a permanecer más tiempo en casa, se fue deteriorando progresivamente la relación matrimonial, terminando por dormir separados.

En este tiempo, L.G.V., debido a su carácter celoso, extremó su conducta posesiva y suspicaz con relación a su entonces esposa, controlándola en todo momento, tanto en lo relativo a sus conversaciones telefónicas, como a las personas con las que se relacionaba.

Además, en esos últimos meses de convivencia, fueron múltiples las discusiones y desencuentros entre ambos, en los que el acusado vejó y humilló a la mujer con insultos tales como “zorra”, “puta” y llegando a decirle que “tenía en casa una luz roja para que entraran otros hombres cuando él no estaba”, que “no valía para nada”, etcétera.

Además, controlaba sus salidas y entradas en casa y ponía impedimentos a que pudiera relacionarse con su familia y amigos, lo que generaba en ella situaciones de estrés y ansiedad.

El 5 de agosto de 2019 por la tarde, L.G.V. esperó a su mujer en otra vivienda de la localidad, en la que desde hacía unos días residía ella, y la insultó y vejó por última vez al verla llegar con su hermana, interponiendo. Al día siguiente, ella le denunció.

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