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Domingo, 17 de julio 2022, 13:30
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La provincia de Salamanca está asistiendo a una de las mayores catástrofes naturales de su historia. El incendio en la Sierra de Francia ha arrasado más de 9.000 hectáreas, según los datos facilitados este domingo por la Junta de Castilla y León. El fuego se ha llevado por delante pinares, matorral bajo, zonas de pastos y una parte de la vegetación autóctona del parque natural, especialmente en el valle de Las Batuecas y en el entorno de Monsagro. Una tragedia ambiental y económica que no tiene parangón en la historia reciente de la provincia salmantina.
Hay que remontarse al año 2001 para encontrar un fuego de una magnitud tan importante. En aquel momento, las llamas se llevaron por delante más de 2.500 hectáreas en el parque natural de las Arribes del Duero en los términos municipales de Barruecopardo, Mieza, Cerezal de Peñahorcada y Vilvestre. Ese mes de agosto se convirtió en un verdadero infierno para los habitantes de estas localidades ya que las llamas destruyeron cinco naves ganaderas y provocaron la muerte de 62 animales. Además se quemaron alcornoques, robles, encinas y almeces. Una catástrofe ecológica que obligó a evacuar a decenas de vecinos.
Dos años más tarde, en 2003, otro fuego que, como el actual, afectó a las provincias de Cáceres y Salamanca, aniquiló más de 2.000 hectáreas en el término municipal de Agallas. El fuego acabó con una amplia superficie de pinar y también con una colonia de cabras montesas que había en la zona. Durante las labores de extinción varias personas resultaron heridas, entre ellas, un bombero voluntario de Ciudad Rodrigo.
Pasaron otros dos años para que el fuego volviera a superar el millar de hectáreas arrasadas en la provincia de Salamanca en un solo incendio. Fue en junio de 2005 en las sierras de las Quilamas y Francia. Ardieron más de 1.000 hectáreas de pino, castaño, roble, encina, cerezos y pastos en los términos de Cilleros de la Bastida, San Miguel de Robledo, Villanueva del Conde, Garcibuey y Sequeros. Municipios como Garcibuey estuvieron a punto de ser desalojados en unas jornadas de gran tensión y preocupación.
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Dos incendios forestales declarados en un breve espacio de tiempo calcinaron más de 1.100 hectáreas en agosto de 2007 en Aldeadávila de la Ribera y Manceras. 571 hectáreas de monte bajo y matorral en la primera zona, que está en el parque natural de las Arribes del Duero y 527 de matorral, pasto y arbolado en la segunda, limítrofe entre las comarcas de Vitigudino y Ledesma.
También en las Arribes del Duero, en este caso en La Bouza, el fuego se llevó en agosto de 2009 más de 400 hectáreas y provocó numerosas pérdidas ganaderas y agrícolas. Además obligó a desalojar a los vecinos de esta pequeña localidad.
Más recientemente, en 2017, las llamas causaron estragos en las sierras de Béjar y Candelario. Ardieron más de 500 hectáreas en el entorno del paraje de la Garganta del Oso. Se trató de un incendio insólito, ya que sucedió en el mes de enero con parte de las cumbres cubiertas de nieve. Eso sí, fue intencionado pues se propagó después de la aparición de tres focos diferentes y simultáneos.
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