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Cada segundo, el cerebro humano es bombardeado por estímulos de más de treinta sentidos. Y sin embargo, continúa funcionando con sorprendente eficiencia. ¿Cómo distingue lo relevante de lo irrelevante? Un equipo del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL), en la Universidad de Salamanca, ha encontrado parte de la respuesta.
Publicado en Cell Reports, el estudio liderado por Manuel S. Malmierca revela un mecanismo que permite al cerebro amplificar su respuesta ante sonidos inesperados. El hallazgo tiene implicaciones clave para tratar enfermedades como la esquizofrenia y el Alzheimer.
«Vivimos en un mundo donde lo esperado suele pasar desapercibido. Es lo que rompe el patrón lo que captura nuestra atención», explica el catedrático de Histología.
Basados en la teoría de la codificación predictiva -según la cual el cerebro genera modelos internos para anticipar lo que va a ocurrir-, los investigadores midieron cómo responde la corteza auditiva cuando algo rompe esas predicciones. Si lo que oye encaja con lo que espera, todo sigue igual. Pero si aparece un sonido que no estaba en el guion, se dispara una alarma: lo que los neurocientíficos llaman «potencial de disparidad». Este potencial de disparidad se altera en trastornos psiquiátricos y neurodegenerativos. Comprenderlo es clave para nuevas terapias.
Mediante optogenética, el equipo «apagó» las señales de la corteza prefrontal medial, responsable de generar predicciones. Resultado: las respuestas a sonidos imprevistos disminuyeron, sin afectar a los predecibles. Esto demuestra que el cerebro se anticipa activamente y reacciona con más fuerza ante lo inesperado.
«Este mecanismo nos ofrece una diana terapéutica de enorme valor», subraya Malmierca. Si logramos modular cómo el cerebro genera o recibe esas predicciones, podríamos intervenir en trastornos donde esta función se ha roto. Y eso, en la práctica, podría traducirse en nuevos tratamientos para pacientes con esquizofrenia, psicosis o deterioro cognitivo.
Este avance no solo refuerza la teoría predictiva, sino que ofrece vías clínicas para restaurar funciones cognitivas dañadas.
La investigación, apoyada por la Unidad de Excelencia iBRAINS-INCyL, ha sido reconocida con 600.000 euros de la Junta de Castilla y León.
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