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La turronera Toñi Mancebo junto a su familia en su puesto ubicado en los soportales de San Antonio de la Plaza Mayor. Laya
Las turroneras: cuando el apellido pone el nombre al turrón de siempre

Las turroneras: cuando el apellido pone el nombre al turrón de siempre

Como cada año las artesanas de La Alberca ya han llegado a Salamanca para «endulzar» el paladar | Sus puestos están llenos de sabores, olores y anécdotas como vender a la reina Sofía

Celia Luis

Salamanca

Miércoles, 27 de noviembre 2024, 06:45

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Generaciones que ponen el nombre al turrón de siempre. Toñi y Paula Mancebo llevan más de 30 años «endulzando» la Navidad a los salmantinos bajo los soportales de San Antonio de la Plaza Mayor. Dos hermanas que representan a la tercera generación de una familia de turroneros. Sus puestos están llenos, además de productos típicos de la Sierra, de multitud de olores dulces y de incalculables anécdotas curiosas como seducir a la reina Sofía.

Además de ellas, Ana y Eli Becerro y Yolanda García, las turroneras de La Alberca que mantienen intacta desde hace más de dos siglos la producción del turrón artesano, ya han llegado a Salamanca para quedarse hasta el 24 de diciembre, y alegrar así el paladar con una golosa tradición heredada de los árabes en plena Sierra de Francia. Y es que ni la Guerra Civil pudo acabar con el mercado de este pueblo salmantino: «Las turroneras mayores me han contado cómo oían caer las bombas desde los soportales durante la guerra», expresa Toñi Mancebo.

Lealtad en tiempos de guerra... y de pandemia

Tampoco lo hizo la pandemia, pues a pesar de que estas artesanas tuvieron que adaptarse a las necesidades del mercado fueron leales y no faltaron a su cita navideña: «Durante la covid también nos pusimos y en mi caso implanté el datáfono como método de pago porque mucha gente sustituyó el dinero en efectivo por las tarjetas», añade la albercana.

Con una sonrisa de oreja a oreja y rodeada de su familia, Toñi ofrece un año más sus productos a todo aquel que camine bajo los soportales. «La alegría en la cara de la gente cuando los prueban y ven su calidad es un regalo», explica junto a su hijo, nuera y su nieta Carlota: «Mi hijo no se dedica al sector, pero quién sabe si mi nieta, la quinta generación lo hará...», añade emocionada.

Este «hito» elaborado con clara de huevo, almendra, miel y azúcar es capaz de desbloquear recuerdos de la Navidad a los más mayores y dejar con la boca abierta a cualquier niño que lo pruebe por primera vez.

Las turroneras de La Alberca Paula Mancebo, Yolanda García y Ana Becerro. LAYA
Imagen principal - Las turroneras de La Alberca Paula Mancebo, Yolanda García y Ana Becerro.
Imagen secundaria 1 - Las turroneras de La Alberca Paula Mancebo, Yolanda García y Ana Becerro.
Imagen secundaria 2 - Las turroneras de La Alberca Paula Mancebo, Yolanda García y Ana Becerro.

«Vienen muchos abuelos con sus nietos y a ambos les encanta. Tradiciones familiares que trascienden. Es muy bonito escuchar a los padres y abuelos contar a sus hijos y nietos cómo el turrón les devuelve a su niñez», cuenta Ana Becerro, turronera desde la cuna y cuarta generación de este dulce legado. Con tan solo 15 años ya ayudaba a su madre en el puesto en el mismo en el que ella lleva sola más de 20 años: «Los salmantinos nos acogen siempre con mucho cariño, tengo mucho que agradecerles a ellos y al turismo».

Todas han vivido la evolución del mercado, así como la transformación de la peseta al euro. «Hace años mayoritariamente se vendía el turrón. Ahora de todo. Al cliente le gustan las nueces, las castañas pilongas, los higos, la miel...», según Yolanda García, que añade que el turrón ha pasado de «unas 800 pesetas a unos 22 euros el kilo».

A Paula Mancebo el «pecado dulce» le ha regalado multitud de historias inolvidables, como seducir el paladar a la reina Sofía: «En 2016 la emérita visitó el Banco de Alimentos y después hizo una parada en mi puesto. Pidió a sus escoltas que parasen porque iba a comprar turrón. Yo misma le entregué los productos en sus manos. Compró turrones, miel, propóleo y jalea real. Es una persona muy cercana, como cualquier otro cliente», narra.

Para combatir el frío, Paula utiliza un chaleco calefactable: «Pasamos mucho frío, así que opté por comprar este invento que se carga con una batería. También tengo calcetines», ríe la artesana.

Eli Becerro, cuarta generación de turroneras. LAYA

Eli Becerro recuerda emocionada su niñez tras las telas del puesto de turrones: «Cuando era pequeña iba con mi familia por todas las ferias. Recuerdo jugar debajo del puesto, una niñez muy bonita. Es un trabajo muy gratificante porque el público nos acoge muy bien y en concreto en Salamanca son unas fechas muy entrañables», según la turronera que agrega que hasta que no llegan «parece que no se respira espíritu navideño en la ciudad».

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