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«Hace tan solo unos meses en Salamanca se han detectado varias empresas de empleadas del hogar que traían personas del extranjero y que las estaban explotando laboralmente. Es el caso mujeres que estaban internas en fincas y pueblos de la provincia, en donde a algunas de ellas no las dejaban contactar con nadie», cuenta la técnico de Cáritas, Ana Vicente. «También se han detectado en el ámbito doméstico, que es difícil someterlo a la inspección de trabajo. Y entonces, el abuso de poder en esas circunstancias es mucho más fácil de disimular», apunta la responsable de inmigración de Cruz Roja, Montserrat Hernández. Ambas subrayan que la trata de seres humanos en Salamanca va más allá de la explotación sexual. También la hay en el ámbito laboral. Prueba de ellos es la operación que llevaron a cabo las Brigadas de Extranjería Fronteras de la Policía Nacional de Salamanca al detectar un empadronamiento masivo de peruanos en Béjar. Se detuvo a dos mujeres que mediaban entre la captación en origen en un barrio de Lima y la llegada a la localidad serrana. Se localizaron más de veinte casos. El modus operandi consistía en captar a los extranjeros, de pocos recursos en su país de origen, en un barrio de la capital peruana, indicándoles cómo viajar como «turistas» y cómo llegar a Béjar en autobús donde les facilitarían alojamiento en habitaciones, asegurándoles que la manutención y el trabajo estaba asegurado por una ONG de la ciudad bejarana. Cuando las víctimas llegaban a Béjar las condiciones cambiaban y tras cobrarles los gastos, o les ofrecían trabajos de cuidado de ancianos y chapuzas de albañilería o bien les acusaban de delitos inexistentes y los echaban a la calle con sus pertenencias, llegando a retenerles el pasaporte, y amenazándoles si hablaban de ellas a alguien. Un año antes, la operación «Taller» acabó con otra red que operaba en Salamanca y que aprovechando la vulnerabilidad de extranjeros sin papeles los explotaba en talleres mecánicos clandestinos.
«En casos como estos, la persona que contrata piensa que está contratando legalmente a alguien y paga un sueldo digno, pero al trabajador le llega una mínima parte. Estas personas están amenazadas y el miedo hace que no denuncien porque acaban de llegar, no tienen nada», explica la trabajadora de organización diocesana, que forma parte de la Mesa contra la Trata en la que se reúnen mensualmente ONG, instituciones y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
También la trata está presente en la mendicidad. Hace años este periódico ya denunció la existencia de grupos organizados que controlaban y explotaban a las personas sin techo que piden a la puerta de supermercados e iglesias. Desde Cáritas insisten en que esas conductas delictivas continúan existiendo. «Todavía hay casos. Con algunas de las personas con las que tenemos más confianza nos cuentan que hay hasta un registro en el que tienen que ir apuntando el dinero que les van echando. Tienen un horario establecido. Y luego el dinero que obtienen se lo tienen que pasar a otra personas. Algunos que llevan muchos años llegan a ascender en la escala de esos grupos», apunta Ana Vicente, de Cáritas.
Tanto Cáritas como Cruz Roja precisan que en la Mesa de Trata han abordado con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad casos de explotación en fincas de la provincia que se encuentran alejadas de los núcleos urbanos y donde hay trabajando personas extranjeras en situación de explotación. Uno de ellos acabó en enero de 2023 con la liberación de cinco víctimas y la detención de otras ocho personas, como presuntos integrantes de una organización criminal. Si bien operaban desde Sevilla, el grupo actuó en Salamanca durante la temporada de recogida de patatas.
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